"Ashanti, vete". Ella espeta y su voz es un desastre tembloroso.

"No hasta que me digas por qué me odias tanto. ¿Qué te he hecho, Rhea? ¿Por qué siempre me has tratado con tanto odio y desdén? ¿Por qué?". Pregunto con amargura y se desata el infierno.

“¡Porque siempre pensaste que eras mejor que yo!”. Grita y se le caen las lágrimas. Fluyen por sus mejillas como una cascada. "Yo... Yo...", se le hace un nudo en la garganta. "Nunca podré olvidar el día en que nuestro padre nos trajo a mi madre y a mí a casa. Cómo me miraste con el mismo desdén con el que te quejas de que te miro. Cómo tú y los demás niños de alrededor no quisieron hablarme durante las primeras semanas. Tuve que esforzarme mucho para ganármelos. También tuve que esforzarme mucho para ganarme el corazón de nuestro padre. Tú eras la joya de la manada. Todos te querían. Todos te adoraban. Te trataban como a una princesa. Yo quería eso. Quería todo lo que tenías y sabía que si trabajaba duro... Si simplemente... trabajaba.