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Alexander y yo teníamos que ir a la fiesta, ya que esta era nuestra boda, no podían seguir la boda sin los novios. Así que el joven de cabellera castaña, me toma de la mano para llevarme hacía el salón en donde se llevaría a cabo la fiesta.

Y al llegar al lugar, nos damos cuenta que ya todos estaban ahí, esperándonos para poder aplaudir en cuanto nos ven pasar por la gran puerta del salón. Una parte de mí, se sentía feliz de poder haber arreglado todo con Alexander, pero había otra parte que me estaba carcomiendo. Mi hermana se veía bastante nerviosa, incluso cuando toda la familia empezó a aplaudir por mi llegada, mi hermana lo único que pudo hacer, fue tomar su copa de vino y tomar con desesperación.

En ese momento no le di tanta importancia, al hecho de ver a mi hermana de esa forma, ya que a pesar de que quería ir con mi familia,