Capítulo 3 ೃ࿔₊•

Capítulo tres:

Rugido a Luna Llena y posiblemente el inicio de los problemas.

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Tiffany y yo íbamos en un silencio incómodo donde cada una iba metida en sus pensamientos.

Me siento rara.

Es la primera vez que un tipo intenta sobrepasarse conmigo. Estoy acostumbrada que la gente me mire porque siempre llevo vestidos que dejan descubiertas mis piernas pero lo de hoy... Me supera en muchas formas.

Quiero gritar, quiero llorar pero al mismo tiempo no quiero nada.

Se me pone la piel de gallina de solo pensar que hubiera pasado si no le rompía el vaso en la cabeza.

Aunque, claro, el hubiera no existe.

— ¿Como estas? — la rubia a mi lado rompe el silencio—. Debir ir contigo a la cocina, esto es mi culpa...

— No es culpa tuya que los hombres no entiendan cuando se les diga no, Fany— ella me dio una leve mirada triste—. No pasó nada, p-pude hacer algo a tiempo.

— Perdón...

Sabía que Tiffany se sentía culpable pero no es su culpa y tampoco es mía.

— ¿Qué pasó con Tyler?— preguntó para distraerla un poco de lo sucedido en la cocina.

— No soy idiota, Valeska — da un giro a la derecha y puedo distinguir mi casa en unos metros—. Sabes que él me metía el cuerno... Solo... Ya no aguante más.

Se parqueo frente a mi casa y soltando un suspiro se giró a verme de manera cansada.

— Vas a volver con él — afirmó sabiendo su tóxica relación con el castaño, Tiffany desvío la vista confirmando lo que ya sabía.

— Vamos, entra a tu casa.

Negué con disgusto y salí de su carro. No entiendo porque no se aleja de ese idiota, Tiffany se merece a alguien que si la valore y no la trate como si fuera un puto objeto.

Me acerco a la ventana donde mi amiga me observa con atención.

— ¿De verdad estas bien?

— Lo juro, quizás vaya y desahogue con la bandeja de gelatina que tengo en la nevera — ella niega haciendo una mueca—. Hablamos...

Algo me interrumpe de forma abrupta. Me gustaría decir que fue porque vi a los padrinos mágicos bailando salsa con goku.

Ojalá hubiera sido eso...

La respiración se quedó atascada en mi garganta y los vellos del cuerpo se me erizaron al escuchar ese desesperado y horrible sonido.

Era un rugido.

Parecía que estuvieran matando a un animal a sangre fría. De sólo pensar la macabra escena un escalofrío me recorre la espina dorsal.

Mire a Tiffany buscando alguna reacción de ella pero sólo me encontré con una expresión extrañada.

— Valeska, ¿Seguro que estas bien?— preguntó en tono preocupado.

— ¿No oiste ese rugido?

El alcohol hace rato se había esfumado de mi cuerpo así que no puedo estar imaginando nada. Y si lo estuviera imaginando... Que turbio...

— ¿Cuál rugido? — Tiffany me mira rara.

De nuevo.

Vuelve a sonar y de peor forma (el sonido me dejaba latiendo los oídos) haciendo que tenga un mini ataque de nervios.

Volteo varias veces buscando donde se origina hasta que me quedó muda al encontrar la fuente de aquel horripilante sonido.

La casa de los Volkov.

Me quedó mirando la casa hasta que vuelve a sonar haciendo que brinque asustada.

Siento miedo pero a la vez aquel sonido se me hace conocido...

— ¿Valeska? Me estas preocupando.

— ¿Seguro no escuchas nada? — preguntó inquieta y ella niega con la cabeza.

— Estas escuchando cosas, mejor ve a tu cama a dormir— me da una mirada seria—. Nada de leer o que quedarte viendo alguna serie. A dormir, Valeska.

— Pero... — ella alza una ceja aun con la misma expresión—... De acuerdo.

— Nos vemos el lunes.

Tiffany me hace hace una señal que entendí como: no me voy a ir hasta que esté a dentro. Ruedo los ojos y camino hasta la puerta. La abro con la copia que me dio mi abuela y me volteo para despedirme con la mano.

La rubia también se despide para prender el carro e irse de manera rápida.

Y yo por lo consiguiente cierro mi puerta con llave para irme hasta la cocina.

¿Qué pensaban? ¿Qué me iba a ir a dormir sin saber qué era ese ruido?

Soy un ser extremadamente curioso por eso debo buscar respuesta a mi curiosidad.

Me siento Dora, la exploradora.

Abro la puerta trasera y salgo a mi patio, con toda la confianza del mundo apartó los arbustos que unen mi jardín con de la gran casa de a lado. Me encaminó hasta la puerta negra y antes de entrar dudo un poco en hacerlo.

Dios, esto está mal...

Ya estoy cometiendo un crimen al acosarlo como una loca obsecionada, si entro a su casa sin su permiso estaría cometiendo otro delito peor y podría ir presa...

El sonido de la puerta abriéndose sola me saca de mis pensamientos, trago saliva nerviosa y me decido.

La curiosidad mató al gato... Pero este murió sabiendo. Además de donde vengo tenemos una gran frase...

Ecuatoriano arrecho nunca muere y si muere... Muere arrecho.

Con eso terminó de abrir la puerta para entrar a la casa. Mis ojos captan un largo pasillo así que siguiendo mis instintos (que no son muy buenos) camino hasta el final de este dejándome ver la cocina.

Wow, solo en las películas había visto este tipo de cocinas. Mi abuela estaría saltando de la emoción.

Me acercó al mesón de mármol arrugado la frente cuando veo un cuchillo con una sustancia rojiza en ella.

— ¿Hola, Dios? Soy yo de nuevo — murmuró algo asustada observando el desastre de la cocina además de la sangre esparcida por mesa.

Algo me dice que vaya a la nevera así que, de forma automática, voy hacia ella, al abrirla esperaba encontrar comida pero me encontré con muchas botellas de un líquido rojo.

Oh Dios Mio, ¿Eso es sangre?

Cierro la nevera de golpe para abrir el congelador y repito mi acción anterior ver un montón de carne congelada de un color negro opaco.

De verdad no quiero saber de donde salio, gracias.

Uh... ¿Será que aún es algo tarde para salir de aquí?

Salgo rápidamente de esa parte de la casa para llegar a la sala. Habían unos muebles negros, parecían muy antiguos y caros, el piso estaba exageradamente limpio además olía a incienso de manzana verde.

El olor comienza a marearme un poco pero lo ignoro caminando hasta el gran retrato familiar donde está toda la familia Volkov con la única diferencia que hay una castaña apoyada en el hombro de Dmitry con una leve sonrisa, además de que todos llevan ropas (si no mal me equivoco) del año 1856.

Debo admitir que todos se ven estúpidamente hermosos. Es como si no fueran reales. Mis ojos se posan en la imagen de Dmitry sorprendiendome al verlo con una enorme sonrisa.

Se veía... Feliz.

Nada comparado con el chico que es ahora.

Me alejo del retrato y sigo mirando a mi alrededor pero me desanimo al ver que no hay nadie en la casa.

— ¿Será que de verdad me imagine el rugido? — preguntó para mí misma viendo las escaleras con curiosidad—. Y... ¿Si voy a su cuarto?

Me muerdo el labios entrando en un debate mental pero al final camino hasta las largas escaleras comenzando a subirlas de manera rápida.

Ya estoy aquí así que no me vendría mal hechar un vistazo.

Cuando llego al piso de arriba me voy por la primera puerta que veo pero lamentablemente estaba cerrada... Como todas las demás.

Suelto un gruñido molesta.

¿Quién le mete llave a su habitación cuando va a salir? Bueno al menos yo no.

Voy por la última puerta observando que esta si esta abierta, meto la cabeza con cautela para mirar con atención y celebró mentalmente al ver que era el cuarto de Dmitry.

Entró al lugar cuidadosamente viendo el desorden que había en ella. Su cama estaban a medio tender, había un montón de libros y hojas en su escritorio. Su ropa estaba esparcida por todo el suelo, tomó una de las prendas viendo que estaba rota en la parte de la espalda... Parecían rasguños.

De forma dudosa acerco mi nariz a la prenda arrugando las cejas cuando el olor a café recién hecho y libro viejo llega a mis fosas nasales.

¿Acaso existe alguna colonia con ese tipo de fragancia?

El aire helado de la noche me hace temblar un poco así que voy hasta la ventana que da directo hacia mi cuarto haciéndome sonreír. Me apoyo un poco en esta para ver al cielo. La luna llena estaba en todo su esplendor iluminando las vacías y silenciosas calles de la ciudad.

Se siente raro estar en su habitación... Aunque claro más raro no puede ser lo que encontré en su nevera.

Una extraña sensación aparece en mi vientre de incomodidad, doy varios pasos hacia atrás chocando con su escritorio y haciendo que bote varias hojas de allí.

Número uno para ser pendeja.

Dejó la prenda en la cama para agacharme a recoger el desastre que cause. Tomó las hojas con algo de curiosidad, parece una redacción, obviamente no entiendo nada ya que esta en ruso.

Me quedo quieta cuando tomo una de las hojas (que en realidad es una foto), un escalofrío me recorre completa y la misma sensación de hace unos segundos se intensifica más haciendo que quiera vomitar.

— ¿Q-qué?

Me tiemblan las manos al verme a mi con el vestido negro que use en el velorio de mi madre. Estaba sentada en mi cama con la mirada perdida en la pared.

Esta foto... Fue cuando recién llegue a Fairbanks. Hace un mes.

Volteo la foto leyendo lo que esta escrito atrás. Estaban mis nombres completos, mi edad y mi fecha de nacimiento; hasta mi tipo de sangre...

— Olor: pan recién hecho con caramelo... — susurro.

Ok, esto me asusta y mucho.

Se que yo tengo información de él pero porque Tiffany me contó todo lo que ella sabía y yo lo estuve observando sacando conclusiones de sus gustos.

Él siempre está solo o con alguno de sus hermanos. Nunca lo he visto acompañado de alguien como para que tenga mi información además la foto...

Dejo todo acomodado como estaba para salir corriendo de su cuarto.

Tengo que salir de aquí ahora.

Bajo las escaleras de manera torpe las escaleras tropezando en el último escalón pero gracias a Dios no caí al suelo. Cuando iba a ir hacia la cocina para irme de este lugar, una puerta llama mi atención.

Algo me pide a gritos que vaya y la abra pero mi sentido racional me dice que huya de este lugar y vuelva a mi casa.

Cuando me doy cuenta de mis acciones estoy bajando las escaleras que dan hasta, lo que parece ser, es el sótano. Llegando al final prendo la luz para ver tener algo de iluminación.

En mi campo de visión aparece unas cajas y varias pinturas, nada del otro mundo, camino hasta ese lugar para hechar un vistazo a los cartones.

Libros.

Es lo único que encuentro. Libros antiguos escritos en ruso y que, obviamente, no entiendo aunque creo que es la biografía de alguien.

Dejó la caja a un lado para mirar una de las pinturas. Era una pareja vestidos de novios (por alguna extraña razón en la parte donde deben ir sus rostros estaba arrancada) prohibiendome saber la identidad de las personas ilustradas.

Un tintineo de unas cadenas me hace sobresaltar, con una velocidad sorprendente me doy vuelta mirando a un chico encadenado a la pared.

Esta semi desnudo y con la respiración agitada, sus muñecas están llenas de sangre (como si hubiera metido presión para sacarse las cadenas). El chico alza la mirada nirandome directamente a los ojos.

— ¿Dmitry? — preguntó con sorpresa al verlo así.

Me mira confundido al verme parada frente a él y lo único que sale de sus labios es:

— ¿Eres real?

Sin saber que responder me acerco a él de manera rápida para intentar quitarle las cadenas.

— ¿Estas bien? Ay, soy bruta, es demasiado obvio que no lo estás — comento nerviosa sin saber cómo ayudarlo.

Dmitry me observa sin decir nada y está muy tranquilo, alza la mano acariciando mi mejilla cayandome de inmediato. Siento mis mejillas arder por el repentino contacto.

— Debes irte. No deberías estar aquí— murmura por lo bajo.

Su mano baja de mi mejilla hasta mi cuello donde roza sus dedos en mi garganta.

¿Alguien me dice como se respiraba?

Mi respiración se agitó mientras Dmitry me miraba atento. Me sorprende la forma que reacciona mi cuerpo cuando estoy cerca de él.

— Tu olor me marea — me dice con un tono raro de voz.

De un momento a otro se aleja de mí bruscamente y un gruñido comienza a sonar. Miró a mi alrededor algo asustada pero al no encontrar nada me tranquilizó un poco. Al volver mi mirada a Dmitry mi corazón se detiene al sus ojos.

Sus ojos que anteriormente era de un color café estaban de uno rojo.

Como los que vi anteriormente.

Su rostro empezó a tomar una forma extraña mientras me enseñaba los colmillo y rugia molesto a mi dirección.

Un momento...

Suelto un grito aterrada cuando intento rasgarme haciendo que caiga al suelo golpeandome el culo. Dmitry empezó hacer fuera para soltarse y por obvias razones yo no me voy a quedar viendo como lo hace.

Me paro lo mas rápido que puedo subiendo las escaleras de dos hasta que llego a la sala y cierro la puerta.

¡Cuando decía que la curiosidad mató al gato, no lo decía tan literal!

Vuelvo a gritar cuando la puerta sale volando de donde estaba hacia la pared, dirigí mi mirada hacia (donde estaba anterioridad la puerta) para ver a Dmitry respirando bruscamente, sus ojos rojos me miraron y comenzó a gruñir mientras se acercaba.

Ay Dios, ¿A dónde me vine a meter?

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Narrador Omnisciente

— Tengo hambre — bosteza Alexander desde el asiento trasero.

— Lo sé, cariño, cuando lleguemos a casa te cocinare un filete de carne — comenta comprensiva Odeya Volkov girando a ver a su hijo menor.

La familia había ido a comprar unas cosas para Dmitry, mientras él pasaba la luna llena en casa. Alek parqueo el carro en la entrada con una leve sonrisa, la cuál se borro al oler el aire.

— Algo anda mal — murmura Alexey serio—. Alguien esta en la casa.

Todos se dieron una mirada para salir rápidamente del carro e ir abrir la puerta. Al hacerlo se quedaron mudos al ver algunos muebles rajados, la puerta del sótano a lado de la ventana y un intenso olor a pan recién hecho con caramelo.

Odeya gruñó iluminando sus ojos de un color ámbar reconociendo el olor de su vecina dentro de la casa. Alexander sonrió sádico para correr hacia el piso de arriba donde se escuchaba dos latidos.

La familia al llegar esperaban ver una escena sangrienta pero se toparon con un Dmitry con los ojos cerrados y el rostro dentro del cuello de la chica de cabello rizado (quien parecía que estaba dormida). La mano del chico estaba dentro del vestido de Valeska acariciando su espalda mientras se escuchaba un ronroneo.

— Este cuarto apesta a hormonas — gruñó con asco la madre de familia e intentó entrar a la habitación pero el gruñido de advertencia de Dmitry la detuvo, con un suspiro cansado miro a su esposo—... Cariño, me das una mano.

— Siempre, amor — Alek entro al cuarto ignorando los gruñidos hacia su perdona, abrió la palma de su mano dejando salir una neblina púrpura durmiendo en de manera inmediata a Dmitry—. Listo.

Odeya se acercó a los dos adolescentes moviendo con cuidado a su hijo para no despertarlo y observa si Valeska tuviera alguna herida profunda. Noto varias marcas rojas en el cuello de la muchacha pero no le tomó importancia.

— ¿Alguna herida?

— ¿Aparte de los chupetones que le dejó en el cuello?— preguntó irónica. Alek se encogió de hombros sabiendo lo molesta que estaba su mujer—... ¿Qué hacemos con ella? Ya de por si su presencia es prejudicial para nosotros.

La familia se dio una mirada irritada sabiendo los problemas que se venían adelante.

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