Capítulo 2 ೃ࿔₊•

Capítulo dos:

¿La fiesta? Sale mal, obviamente. Como todo en mi vida.

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Ayer fue un día agotador. Luego de el suceso con Dmitry tuve examen sorpresa de matemáticas.

¿Adivinen quién sacó un cinco? Exacto, está belleza andante.

Lo único bueno que paso fue que mi vecino ruso me dio su abrigo.

— ¿Acaso no usas pantalones? — se queja Tiffany con la cabeza metida en mi armario.

Si me conoces o al menos haz convivido conmigo un rato debes saber que amo usar vestidos y faldas.

Siento que me hace ver más hermosa de lo que ya soy.

Porque ojo quizás no tenga mucha autoestima pero mi ego está por el suelo...

El suelo del último piso del edificio más alto en Dubai.

— No, sólo faldas y vestido —conteste girando para tomar mis binoculares y mirar hacia la ventana de mi vecino.

Dmitry estaba dándome la espalda sentado en su cama. Su cabello estaba desordenado dándole un toque salvaje. Fruncí el ceño cuando vi unas marcas rojas en la espalda. Parecían rasguños.

— ¡Valeska!

El grito molesto de Tiffany hace que me asuste causando que se me resbale mis binoculares por la ventana cayendo al patio.

M****a.

Alzó la mirada maldiciendo pero las palabras se me quedan en la garganta al ver que Dmitry miraba directamente hacia mí, su rostro aún mostraba signos de sueño a pesar que ya van a ser las cinco de la tarde, sus ojos estaban entrecerrados y la boca semiabierta. Inconscientemente solté un jadeo por la gloriosa vista, Dmitry endureció el rostro como si me hubiera oído y cerró su ventana de golpe.

Aún con la misma expresión me tire a mi cama tratando de agarrar señal sobre lo sucedido.

— Valeska...

— Él me vio. Oh por Dios, va a pensar que lo acoso— la rubia suelta un suspiro sentándose a mi lado.

— Si lo acosas — afirmó Tiffany—. Como sea, ¿Qué te parece este?

Mi mirada fue al vestido rojo con negro y me encogi de hombros restándole importancia al asunto.

— ¡Genial! Paso por ti a las ocho — me da un sonoro beso en la mejilla.

— Una pregunta, ¿Dmitry va a la fiesta? — pregunté ilusionada, mi rubia amiga arruga la cara y suelta un exagerado suspiro como si le fastidiase que nombre a mi vecino ruso.

— Es luna llena, cariño, él no va a fiestas cuando es luna llena — añade al ver mi cara de duda.

— ¿Porque?

— Ya sabes, quizás va a buscar a una virgen para hacer sacrificios con ella — comenta con total sarcasmo—. No lo sé, Valeska, los Volkov es la familia más rara que a estado en Fairbanks aparte de los Amane.

— ¿Amane? — preguntó sentandome bien en la cama—. No era esa familia donde el hijo mayor...

— Mira la hora — exclama interrumpiendo mientras mira el reloj invisible de su muñeca—. Se hace tarde y está muñeca tiene que irse a cambiar. Nos vemos a las ocho.

Y sin dejame hablar o al menos despedirme, la rubia de ojos miel sale de mi habitación a una velocidad impresionante. Me asomo por la ventana para ver como se trepa en su carro azul para salir como flash de allí.

Suspiro frustrada ante su acción de fuga.

Mi abuela me había contado un poco sobre la familia Amane. Era un matrimonio con dos hijos. No tengo mucha información sobre el caso sobre aquellas personas, lo único que se es que el hijo mayor asesino a sangre fría a sus padres.

Cuando preguntó algo relacionado con ellos simplemente pasan del tema o me ignoran.

Me asomo de nuevo para ver mis binoculares en el pasto verde que une mi casa con la de los Volkov y, con toda la pereza del mundo me levanto para ir a recogerlos.

Bajo las escaleras lentamente y de la misma forma me dirigió a la cocina para abrir la puerta que da al patio. Una vez a fuera voy hasta donde, se supone, debe estar mi ventana.

— Aquí estas — susurró tomando los binoculares revisando que no estén rotos. Están algo rayados por las piedras pero nada que una cinta de Hello Kitty no arregle.

Una ventisca de aire me alza un poco la falda haciéndome alarmar pero esa no fue la razón principal.

Había dos ojos rojos mirándome desde los arbustos de la casa de los Volkov. Su mirada era tan aterradora que me erizo los vellos del cuerpo por completo.

Me pasó los dedos por los ojos pensando que quizás me lo había imaginando. Al abrirlos ya no había nada allí. Solté una risa nerviosa y camine de forma rápida hacia la puerta trasera para entrar de una vez a mi casa.

Creo.. Creo que debo dejar de leer libros de terror.

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— ¡Estas bellísima!— chillo sonrojada Tiffany cuando me vio salir de mi casa.

Iba con el vestido que ella había escogió para mí junto una chaqueta negra de cuero y unas botas de tacon. Me había maquillado un poco (solo me puse brillo labial y me hice mi maravilloso delineado) y me amarre el cabello en una cola alta dejando dos mechones de mi rizado pelo a un costado de mi cara.

— Eso ya lo sabia — ella rodó los ojos divertida—. Tu siempre haciendome dudar de mi sexualidad, preciosa.

Su cabello rubio (ahora lacio) caía de forma elegante por su espalda, iba con un vestido de cuero negro y unos tacones del mismo color de su vestido. Su maquillaje era algo cargado pero sin duda hoy será la segunda chica más hermosa de esa fiesta.

Porque primero soy yo.

— Ese es mi trabajo — me giño el ojo abriéndome la puerta del copiloto—. Vamos, ya quiero llegar a la casa de Tyler.

Acato la orden de la chica y antes de que ella arranque miró por última vez la casa de los Volkov arrugado la frente cuando vi dos puntos rojos en una de las ventanas.

¿Qué será?

Intento alejar esos pensamientos de mi mente cuando Tiffany puso Get Into It (Yuh) de nuestra diosa Doja Cat.

— Declaró de manera definitiva que esta es mi canción — comenta meneando la cabeza al ritmo de la música—. Me obliga a mover el culo.

— Cuidado y nos haces chocar— bromeó.

— No me des ideas, nena— bromea de igual manera.

Aunque fue inevitable que un poco de miedo se instalé en mi interior. No dudo que esta quiera accidentarse, a veces pienso que le faltan varios tornillos en el cerebro.

Tiffany se aparca de manera correcta frente a una casa de color blanco. La música se escuchaba a tope y había varias personas a fuera de esta.

Mi amiga apago su reproductor de música para verse en el espejo de carro, se giró para darme una mirada.

— Reglas...

— No aceptar bebidas de desconocidos, no dejarle mi trago a cualquiera ni siquiera a ti, no aceptar ningún tipo de pastilla de dudosa procedencia. Si digo no una vez y no me hace caso... Le doy un golpe en los bajos y te voy a buscar — recitó de memoria las reglas que impuso para cuidarme. Tiffany sonríe de manera orgullosa.

— Muy bien, de todas formas no te separes de mi, ¿Ok? — afirmó con la cabeza—. Vamos.

Ambas bajamos de su coche y inmediatamente me puse nerviosa.

Es la primera fiesta que asisto, digo, me han invitado pero prefiero mil veces quedarme en mi casa viendo alguna serie o durmiendo.

Tiffany toma mi mano dándome algo de seguridad mientras ella camina como si estuviera en una pasarela. Algunos en la entrada la saludan emocionados al verla pasando de mi por completo.

Una vez dentro de la casa el olor a sudor y tabaco predomina en el aire asqueandome un poco. Había gente pegando sus cuerpos mientras bailaban, otros se besaban y tocaban de forma descarada sin importar que estaban con personas a su alrededor, también había chicos drogandose. En fin, todo era un desastre y recién eran las ocho de la noche.

Mi amiga rubia camino por la multitud aun arrastrando me con ella hasta que llegamos al grupo de chico que se estaban drogando.

Ay no...

Tiffany me soltó para tirara encima de su novio y darle un fogoso beso en los labios.

— ¡Wow! ¡Pensé que era broma que habías sacado al ogro de su cueva! — bromea alzando la voz Tyler luego de que terminó de comerse la boca con Tiffany.

— ¡Me alegro de verte a ti también! — sonrió algo cohibida y él se ríe pasando su brazo por mis hombros.

— ¡Ven, te daré un trago!

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Habían pasado varias horas desde que llegué a la fiesta en la casa de Tyler, la gente estaba más encendida que cuando llegue. Ah, y creo que estoy borracha.

El novio de mi amiga me había traído varias bebidas que la principio dude en tomarlas y ahora las trago como si fuera agua. Me siento algo mareada pero puedo soportarlo, todo me da risa y estoy feliz, supongo que por el alcohol.

En estos momentos me encuentro bailando junto con Tiffany (quien se negó rotundamente a dejarme sola en la pista) la canción movimiento de cadera de Rayo y Toby. Mientras bailaba miraba atentamente a la rubia frente mio embobandome por cómo se movía.

Cuando dije que me hacía dudar de mí sexualidad no bromeaba.

Cuando terminó la música de forma inmediata solo calor del mismo artista. Tomó la liga que sujeta mi cabello para soltarmelo y comenzar a mover las caderas al pegajoso ritmo de la música, pase mis manos por mi cuerpo dejandome llevar la letra de la música.

Ser latina en una fiesta llega de estadounidenses tiene su ventaja. Así nadie sabra que en realidad no se bailar.

Cuando llegó la parte del coro colocó mis manos en mis rodillas para comenzar mover mis nalgas.

Me desconozco en estos momentos.

Mire de reojo a Tiffany notando que miraba mi trasero de forma para nada disimulada y con la boca abierta, al notar mi mirada sonrió de manera coqueta.

Uy, ¿Como que hace calor aquí o solo soy yo?

Al terminar la música me dolían un poco los pies así que le dije a mi amiga que iría a la cocina por algo de tomar.

Camine entre la multitud tratando de no chocar con nadie, en unos de los muebles estaba Tyler besándose con una chica de piel morena. Gire mis ojos molesta ante eso.

Al llegar a la cocina me dirigí directamente a la nevera para buscar una botella de agua.

Me muero de sed.

Me agache un poco para buscar con la mirada el agua pero unas manos en mis caderas hizo que me espantara golpeandome con la nevera en la cabeza.

— ¿Estas bien?

Mire al chico tocandome el área afectada. Si cabello era naranja rojizo bien claro y tenía unos ojos azules agua, varios mechones de su cabello se pegaban a su frente (supongo que por el sudor) y lo que más llamó mi atención fue el gran tatuaje que estaba en su cuello.

Trague saliva nerviosa porque todo de él gritaba peligro y eso me asustaba.

— ¿Estas bien? — repitió intentando acercarse a mi pero instintivamente retrocedí unos pasos.

— U-uh si, perfectamente, fue un pequeño golpe — río nerviosa caminando lo más lejos posible de él.

El pelirrojo me mira con una sonrisa pícara y se acerca un poco más a mi.

— Me llamo Aiden y... Bueno te vi bailar y quería saber si puedo tener el placer de pasar un rato contigo — me dice como si me estuviera ofreciendo una crema hidratante para el rostro.

Un nudo aparece en mi garganta junto con el miedo que empieza a recorrer mis venas. Esta situación no me gusta nada.

— Lo siento pero mi amiga me está esperando — me niego intentando salir de la cocina pero él chico me toma del brazo haciendo que vuelva a mi posición anterior.

— Oh, vamos, será un rato. Te prometo que la pasaras bien — se lame los labios viendo mis piernas descubiertas.

— Y-ya te dije que no — trato de sonar firme pero me tiembla la voz, las manos, las piernas. Bueno, parezco una gelatina.

Aiden frunce el ceño acorralandome contra el mesón de la cocina y yo reprimo las ganas que tengo de llorar.

Estoy asustada.

— Te va a gustar — sonríe acariciando mis brazos, yo desvío la mirada sin saber que hacer.

Si intento gritar será imposible que alguien me oiga por la fuerte música y es demasiado obvio que él me gana en fuerza así que intentar golpearlo no va a funcionar...

Mis ojos algo nublados por las lágrimas captan un vaso de vidrio a unos centímetros de mi mano.

Prefiero mil veces irte a ver a una cárcel que llevarte flores a un cementerio.

La voz de mi madre sonó en mi cabeza así que sin dudar le di un fuerte pison con la punta de mi tacon haciendo que se queje adolorido, tomé el vaso y se lo estampe en la cabeza rompiendo lo en muchos pedazo pequeños.

Un pequeño hilo de sangre bajo por la frente de Aidan, yo de forma rápida salí corriendo de la cocina para buscar a Tiffany e irme de esta estúpida fiesta.

Encuentro a mi rubia amiga discutiendo con Tyler pero al verme su rostro molesto cambia rápidamente a uno preocupado.

— ¿Valeska? ¡Oh por Dios! ¿Qué pasó?

— E-él intentó... Y yo, n-no... — no podía hablar de forma correcta por los nervios.

El castaño me miró raro mientras que Tiffany entendió inmediatamente, me estrecho entre sus brazos y comencé a llorar.

— Tranquila, ya estas bien, perdoname debí ir contigo — me susurra acariciando mi cabello—. No es tu culpa, amor.

Yo solo me aferraba a ella sin querer soltarla y tampoco me importa que los demás me miraran de forma rara.

— ¿Qué pasó? — la voz de Tyler llegó a mis oídos.

— Me voy a mi casa, eso pasa — comenta molesta Tiffany soltando me y quitándole las llaves al castaño—. No me vas a ver la cara de tonta Tyler, no soy plato de segunda mesa... — comienza a caminar tomándome de la mano—. Por si no te quedó claro terminamos, inservible.

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