En la entrada de la cueva prohibida
Mientras un hombre grande y robusto camina en círculos en el lugar, poniendo de los nervios a las personas que lo acompañan, una hermosa mujer, de cabello oscuro y con porte de amazona, no para de reflexionar sobre lo que he sucedido desde hace algunas horas.
Alondra observa a Ónix e intenta descubrir como se siente con el hecho de que este vaya a ser padre con su nueva pareja.
Ella acaba de perder al bebé que esperaba sin saberlo, y enterarse de que su mejor amigo va a ser padre le ha generado demasiada angustia, sobre todo, porque no lo considera justo y tiene miedo de llenarse de resentimientos contra ellos.
— ¿Podrías dejar de moverte tanto? Me vas a marear — Le dice Alondra a un Ónix demasiado inquieto como para escucharla.
Ella levanta la mirada y se centra en el punto de la cueva que ha ignorado hasta el momento, donde su suegro, el p
Alondra pregunta sin poder controlarse, no quiere que Homero sea liberado. En realidad no está segura de lo que desea, pero si el hombre pudiese morir rápidamente se evitarían muchas complicaciones.“Sí, lo sabía y ni tú, ni nadie puede hacer nada. Déjame tranquila”Le responde Nala con una voz fría e indiferente y Alondra se inquieta por lo que pudo pasar al interior de la cueva.— Mi querida Nala ha hecho un trato conmigo y espero que lo cumpla al pie de la letra — Aclara el inmortal — Homero debe ser juzgado por la manada y espero que su pena sea consecuente con sus crímenes — Ónix lo escucha pensativo.No estaba en sus planes hacer un juicio contra Homero, solo quería acabar con él y por ese motivo no trajo con él a Luciano, porque no quería que su amigo sufriera.— Lo haremos como Nala lo ha prometido — Responde el alfa y Alondra cierra sus manos en puños.
Al llegar al pueblo, Homero es trasladado al lugar donde se encuentra el hombre de la cicatriz y es encerrado en una cueva con una puerta hermética, forjada desde hace centenares de años y adaptada por él y el alfa Orión para que ningún hombre lobo, ya fuese como humano o como licántropo pudiese escapar.Homero lo sabe y tiene claro que ha perdido las esperanzas y empieza a gritar de impotencia y desesperación, porque ha perdido y toda su lucha, sus alianzas y los desprecios del alfa Orión, que tuvo que soportar durante años, han sido en vano.Mientras, Ónix, su madre y Nala se dirigen donde la sanadora del pueblo, Alondra, vuelve a su casa, preocupada por tener que decirle a Luciano que Homero va a ser juzgado por la manada.
Él la conoce y no es fácil que Alondra se descontrole de esta manera, algo que la incomoda ha pasado.— ¿Qué ha sucedido? — Le pregunta con calma mientras levanta la mirada y observa como Arcas sonríe ante su extraño intercambio.— Nos vimos obligados a traer a tu padre, va a ser juzgado por la manada — Dice Alondra un poco más calmada, pero sin dejar de sostener a su amado contra la pared.Ella de inmediato siente la vergüenza, la tristeza, la ira y la humillación que se apoderan de Luciano y quiere abrazarlo y consolarlos, pero primero él debe aclararle lo que ha dicho el chicuelo.— Arcas es el hijo de Nala y Ónix, viene del futuro y…
NalaSalgo de la ducha y me encuentro con la imagen de un inmenso e increíble hombre de cabello oscuro y espalda musculosa observando el jardín por la ventana de su habitación.Entro al vestier y me pongo unas medias y un largo vestido negro de manga larga. Vuelvo a la habitación y encuentro a Ónix en la misma posición.Quiero acercarme y abrazarlo, pero desde que llegamos no me ha dicho nada en absoluto y tampoco me ha preguntado sobre el trato que hice con Christos y empiezo a sentirme desesperada.— Ella solo era una joven con unas increíbles ganas de comerse al mundo, o eso es lo que recuerdo, no la había visto en cinco años — Me dice sin volverse a mira
Respingo al escucharlo en mi mente ¿Por qué hace eso?— ¿Puedes comunicarte como una persona normal? — Respondo un poco alterada — Te he dicho la verdad y estoy algo cansada. Voy a tomar una ducha — Le digo y entro casi que corriendo a la sala de baño.¡Dios! Qué estúpida soy, si acabo de ducharme.Me desvisto de prisa y entro de inmediato a la ducha sin importarme que hace tan solo unos minutos acabo de salir de ella.Cierro los ojos y apoyo mi frente contra los azulejos, estoy cansada de todo esto, de preocuparme por Ónix, por la manada, por Arcas y ahora por el bebé Arcas que debe nacer para que el otro siga existiendo.Cierro
Estoy temblando, no sé qué esperaba de Ónix, su reacción me ha dejado sin palabras; estoy segura de que está furioso y lo peor de todo es que todavía no le he dicho lo de su madre.Me visto y tomo un poco de tiempo para maquillarme un poco, recojo mi cabello y salgo del cuarto de baño.— ¿Por qué diablos le prometiste eso y sin consultármelo? — Es lo primero que me dice cuando entro en la habitación.Se encuentra de nuevo de espaldas a mí, mirando por la ventana y a pesar de lo que acaba de pasar entre nosotros dos hace un momento, su cuerpo continúa tenso y diría que mucho más que antes.— Te he dicho que no tuve otra opci&oac
— Todos los jóvenes que se encuentran estudiando fuera del pueblo están regresando — Escucho a Luciano y tomo asiento en un sofá sin poder dejar de apretar la mano de Arcas.— Madre, vas a fracturarme la mano — Me dice y yo le pido disculpas.— Lo siento, solo estoy preocupada por esos chicos y por ti ¿Qué vamos a hacer? — Pregunto mirando a Ónix, que se encuentra de pie, frente a mí.— ¿El hombre de la cicatriz ha dicho algo? — Pregunta a Luciano y este niego de inmediato.— Nada, no ha dicho nada, pero seguiremos presionando — Responde — He visto a mi padre y no había logrado recuperarse ¿Qué le hizo Chris
— Nala, tienes que calmarte. Respira — A pesar de que Alondra intenta parecer tranquila, puedo sentir y oler su miedo, ¿desde cuándo estoy tan unida a ella? — Esperen, tiene que haber otra manera — Susurra. — ¿Dónde diablos está esa ambulancia? — Pregunta Ónix acercándose a Arcas — Apenas respira — La preocupación en su voz es demasiado patente, mi hijo está muriendo y yo estoy sintiendo mucho dolor. — ¡Lo tengo! — Exclama Alondra de improvisto y yo grito al sentir una fuerte punzada en el bajo vientre. — Arcas, debes sanarte a ti mismo — Le dice acercándose a él — Alondra, no puedes pedirle eso, ni siquiera puede respirar — Objeta Ónix tocado el cabello completamente húmedo de nuestro hijo. — A pesar de ser un h