POV : Tercera persona La mansión estaba en completo silencio cuando Carttal regresó a la habitación. Aslin lo observó desde la cama, su vientre prominente apenas cubierto por una manta ligera. Aunque su expresión era serena, su mirada estaba llena de preguntas.—¿Qué pasó? —preguntó en cuanto él cruzó la puerta.Carttal pasó una mano por su cabello, visiblemente tenso.—Ethan encontró algo —dijo con voz grave.Aslin se incorporó lentamente, sintiendo el peso de su cuerpo mientras intentaba sentarse mejor.—¿Algo? ¿Qué significa eso?Carttal sacó un sobre del bolsillo de su chaqueta y lo dejó sobre la cama. Aslin lo miró fijamente antes de tomarlo. El papel era grueso, con un ligero aroma a tinta fresca. Con un nudo en la garganta, lo abrió y sacó una simple nota."El linaje no se puede borrar. Nos vemos pronto."El aire en la habitación se volvió pesado. Aslin sintió cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza mientras releía esas palabras una y otra vez.—No tiene remitente… —murmu
Las horas que siguieron fueron un torbellino de dolor, desesperación y miedo. Aslin sentía cómo su cuerpo se tensaba con cada contracción, cada ola de dolor que la desgarraba desde dentro. El tiempo dejó de tener sentido mientras luchaba por respirar, por soportar el tormento de un parto que parecía no querer terminar.Carttal nunca se separó de ella. Sostuvo su mano con fuerza, murmurándole palabras de aliento, asegurándole que todo estaría bien, aunque por dentro estaba igual de aterrorizado. Ethan y Kael hicieron lo posible por preparar la habitación improvisada para el parto, desinfectando todo lo que podían, trayendo agua caliente y toallas. Pero nada podía suavizar la brutalidad del momento.—Tienes que empujar, Aslin —dijo Ethan con urgencia.Aslin negó con la cabeza, el sudor perlaba su frente, sus labios temblaban de agotamiento.—No puedo… —jadeó—. No puedo más…Carttal la tomó del rostro con ambas manos, obligándola a mirarlo.—Sí puedes —su voz era firme, pero había una du
El momento de elegir los nombres había llegado, y la tensión en la habitación era real. Carttal y Aslin estaban sentados en la cama, con los tres pequeños dormidos en la cuna improvisada junto a ellos. Ethan, que se había convertido en un espectador involuntario de la escena, estaba recostado en una silla con una taza de café en la mano.—Bien —dijo Carttal, entrelazando sus dedos mientras miraba a los bebés—. Necesitamos nombres fuertes, con carácter. Algo que imponga respeto.Aslin arqueó una ceja.—Son bebés, Carttal, no líderes de un cartel.Ethan se rió, casi escupiendo su café.—Tienes que admitir que tiene un punto.Carttal suspiró, ignorándolos.—Voy a empezar con el mayor. Es el más ruidoso, el que manda, así que necesita un nombre que lo represente.Aslin lo miró con los ojos entrecerrados.—Si dices algo como "Máximo" o "Dominante", me voy a reír en tu cara.Carttal frunció el ceño.—No iba a decir eso…—¿Ah, no? —Aslin cruzó los brazos—. Entonces, dime qué estabas pensando
El sol brillaba alto en el cielo cuando Aslin se estiró en el sofá, observando a los tres pequeños durmiendo en sus cunas. La mansión estaba en completo silencio, un raro milagro cuando se tenía tres bebés en casa.—¿Qué te parece si damos un paseo? —propuso Carttal, inclinándose sobre ella y dejando un beso en su mejilla.Aslin entrecerró los ojos con sospecha.—¿Un paseo? ¿Con tres bebés?—Sí. Hemos estado encerrados aquí demasiado tiempo. El aire fresco nos vendrá bien.La idea sonaba maravillosa en teoría. En la práctica… bueno, Aslin tenía sus dudas.—Está bien —aceptó—, pero si algo sale mal, voy a decir: “Te lo dije” al menos diez veces.Carttal rodó los ojos y sonrió.—Acepto el riesgo.Prepararse para salir resultó ser más difícil de lo que pensaban. Primero, tuvieron que asegurarse de llevar todo lo necesario: pañales, biberones, cobijas, toallitas húmedas, juguetes… Y cuando creyeron que tenían todo listo, Isabella decidió que era el momento perfecto para ensuciar su pañal.
El silencio se extendió entre ellos como una densa niebla. Aslin sintió su corazón retumbar en su pecho mientras procesaba las palabras de Edrien. Hermano. La revelación la dejó sin aliento, pero no tuvo tiempo de asimilarlo cuando él volvió a hablar.—Sé que esto debe parecerte increíble y que hay muchas cosas que no comprendes aún —dijo Edrien con tono sereno—. Pero quiero que sepas que lo lamento profundamente. No tenía conocimiento de lo que mis hombres estaban haciendo. Si hubiera sabido que te tenían prisionera, jamás lo habría permitido. Lo descubrí tarde… pero cuando lo hice, me aseguré de que pagaran por ello.Carttal, aún con la guardia en alto, frunció el ceño.—¿Qué significa que “hicieron pagar”? —preguntó con desconfianza.Edrien se volvió hacia él con una expresión seria.—Los castigué de la única manera en que se paga una traición —dijo con frialdad—. Ya no representan una amenaza ni para ustedes ni para nadie más.Aslin observó su rostro, buscando signos de engaño, pe
Después de la cena, Aslin se retiró a la habitación que le habían asignado junto con Carttal y los bebés. Se sentó en la cama, acariciando suavemente la cabeza de Noah, quien dormía plácidamente en sus brazos, mientras Isabella y Liam descansaban en una cuna cercana. Carttal cerró la puerta tras de sí y suspiró, sentándose a su lado.—Bueno —dijo con una sonrisa ladeada—, debo admitir que esto ha sido… interesante.Aslin dejó escapar una pequeña risa.—Nunca imaginé que Edrien tuviera una familia así. Es… diferente a lo que esperaba.Carttal asintió, recostándose contra los almohadones.—Sigue sin convencerme del todo, pero al menos parece sincero. Aunque su esposa no se anda con rodeos. Leonora tiene una presencia fuerte.—Sí, pero parece que lo quiere mucho —respondió Aslin, recordando la manera en que lo miraba, a pesar de todas las bromas.Hubo un breve silencio entre ellos antes de que Carttal se incorporara un poco.—¿Qué piensas hacer? ¿Realmente quieres darle una oportunidad?
La noche cayó sobre la mansión, envolviéndola en una brisa fresca y una oscuridad apacible. En la terraza, iluminada por faroles antiguos y la luz de la luna, Aslin, Carttal, Edrien y las gemelas se acomodaron en una gran alfombra rodeados de cojines, mientras los bebés dormían cerca y Ethan observaba desde un costado, atento a cualquier necesidad de su maestro.—¡Es noche de historias de terror! —exclamó Leonora con una sonrisa traviesa—. Y yo seré la primera en contar una.Edrien se recostó con los brazos tras la cabeza, observando las estrellas. —Espero que esta vez tu historia sí dé miedo y no sea solo una leyenda romántica con un fantasma triste —bromeó, guiñándole un ojo a Aslin.Ella sintió un leve calor en sus mejillas, pero se encogió de hombros con fingida indiferencia. —Tal vez los fantasmas también merecen amor —dijo con una sonrisa juguetona.Leonora le sacó la lengua antes de empezar a narrar.—Hace mucho tiempo, en esta misma mansión, vivió una mujer que lloraba cada no
La tarde siguiente, el jardín de la mansión estaba adornado con guirnaldas de flores frescas y banderines de colores suaves que danzaban con la brisa cálida. La luz dorada del atardecer bañaba el espacio, creando una atmósfera mágica y acogedora. Las mesas estaban cubiertas con manteles blancos, y en ellas se disponían platos con frutas exóticas, pasteles, y otras delicias. Todo estaba listo para celebrar la llegada de los tres pequeños: Isabella, Noah y Líam, los nuevos miembros de la familia.Aslin estaba de pie junto a Carttal, observando el jardín con una sonrisa de satisfacción. El sol se reflejaba en su cabello y en sus ojos brillaba una luz especial. A su lado, Carttal no podía dejar de sonreír, el brillo en su mirada era inconfundible. El ambiente relajado y alegre parecía traer consigo una nueva sensación de esperanza, una que Carttal nunca había experimentado con tanta claridad. Por primera vez en mucho tiempo, la felicidad llenaba su corazón.— ¿Sabes? —dijo Aslin, mirando