Capítulo 155
Después, él la llevó a cenar.

Fueron a un restaurante de mariscos, y como a Julia le encantaban los mariscos, llegaron al restaurante alrededor de las nueve de la noche.

Los mariscos eran frescos y tenían que elegirlos ellos mismos.

Andrés la guio hacia allá.

En este momento, Julia ya estaba tranquila, siguiéndolo mientras miraba los mariscos en los tanques de cristal, un poco confundida. —¿Cuál es bueno?

—¿Te gustaría probar camarones gigantes?— preguntó Andrés.

El camarero sacó uno. El camarón gigante era tan grueso como el brazo de Julia. Julia exclamó: —¡Es enorme! ¿Cuánto cuesta uno de estos camarones?

Al escuchar sus palabras, Andrés la miró, como si recordara los acontecimientos de esta noche, y enganchó sus labios con ojos significativos.

Julia pareció saber lo que estaba pensando y su rostro enrojeció de repente.

El camarero le respondió: —Hola señora, este camarón gigante cuesta 150 dólares cada uno.

—¿Tan caro?— Julia nunca había comprado mariscos y no sabía que fueran tan c
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