Capítulo 160
Julia se sobresaltó tanto que casi saltó de la cama, pero Andrés la mantenía inmovilizada.

—¡Ya se la regalé!—, dijo con voz afligida.

Andrés resopló fríamente. —No me importa, de todos modos tienes que recuperar esa medalla budista para mí.

Julia negó con la cabeza, negándose.

Ya se la había regalado, ¿cómo iba a pedirla de vuelta tan descaradamente?

Pero si no accedía, Andrés la torturaría.

Julia agarraba las sábanas con fuerza, con la punta de la nariz perlada de sudor. Finalmente, tuvo que acceder a regañadientes. —¡Entendido, ahora suéltame!

—Más te vale cumplir tu palabra y no tomar mis órdenes a la ligera—, advirtió Andrés soltándola para ponerse una camisa negra.

Julia golpeó la cama con rabia.

Andrés la miró fríamente, su mirada le causó escalofríos.

Julia estaba furiosa pero no se atrevía a hablar. Masculló: —Lo odio...

—¿Qué dijiste?—, la miró Andrés con ojos encendidos que le erizaron el cabello.

No se atrevió a desafiarlo más y cambió de tono. —¿No tienes que ir a trabajar
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