Capítulo 125
—Pero ya estamos divorciados—rebatió ella sin poder evitarlo.

Andrés la miró.

—Aunque nos divorciemos, sigues siendo mi mujer.

Esas palabras eran tan dominantes e innegables.

Julia se quedó atónita, sin entender en qué estaba pensando.

¿Quería decir que aún la tenía en su corazón?

Mientras divagaba, se escuchó la voz de Sebastián desde abajo.

—Andrés, necesito hablar contigo, baja.

Sebastián había estacionado su auto en el patio y gritaba desde el primer piso.

Al oír su voz, el apuesto rostro de Andrés se ensombreció. Soltó a Julia. —Descansa primero.

Julia sintió que su respiración se hizo más profunda y, temiendo problemas, agarró su ropa. —¿A dónde vas?

—No te preocupes por eso, solo duerme.

Andrés apartó su mano y la arropó.

Luego se fue.

Los ojos de Julia aún estaban húmedos por las lágrimas y, temiendo algún incidente, ignoró el dolor en sus pies y corrió al balcón.

Andrés salió al patio y le dio un puñetazo en la cara a Sebastián.

Desprevenido, Sebastián retrocedió varios paso
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