Federico

Han sido unos días agotadores, mi abuela e Isabel no dejan de discutir por la mínima tontería y ambas me exigen que tome partido.

Por supuesto no lo he hecho, podría decirle a Isabel que mi abuela es una mujer mayor y no caiga en sus provocaciones, pero mi esposa es la terquedad personificada y a mi abuela no se la puede contradecir porque enloquece.

Acabo de llegar a la mansión Montenegro con la intención de darle una sorpresa a Isa. Hemos estado muy distanciados y admitiré que extraño muchísimo el sexo.

—Buenos días —Salude a Jessica quien se encuentra bajando las escaleras

Ella se encuentra con un vestido color negro corto el cual me permite ver sus hermosas piernas y se le marca su trasero, aunque claro el de Isabel es mejor.

—Buenos días—Ella deja un beso en mi mejilla —No debíamos vernos hoy

—¿A caso te molesta mi visita sorpresa?—Le pregunté coqueto y ella me sonrió

—Por supuesto que no, Fede, no me son suficientes las horas que pasamos en la oficina. Pero al pa