Capítulo 41.

Seguí a Cole cuando terminé de reacomodarme mi vestido. De alguna forma el mango con patas me había bajado los hombros de esta cosa sin darme cuenta.

Maldito, solo le gustaba provocarme.

Como sea, tenía curiosidad por ver el espectáculo que Marco había montado solo para satisfacer los recelos de sus nobles.

Salí al jardín y algunos guardias me indicaron la dirección amablemente; al parecer era la última en llegar porque una gran rueda alrededor de lo que parecía ser una arena improvisada ya se encontraba apoyando a su rey y nadie se percató de mi presencia.

Cole ya estaba quitándose su bonito traje negro y desabrochando su camisa azul oscuro. Se veía muy comestible, lástima que yo era pequeña y no podía ver con claridad desde aquí. Así que busqué entre la multitud un hueco o algo donde me pudiera colar para tener una mejor vista y lujuriar al mango en paz.

Encontré el hueco que necesitaba justo detrás de un grupo de lobas; todas ya estaban soltando disimulados, y no tan disimulados,
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