CAPITULO XXXXXIX

Salieron de la iglesia, dónde todos aplaudieron para dirigirse a la casa de Mayra dónde Claudio la había ofrecido para la reunión, ambos estuvieron de acuerdo. Al llegar, celebraron su unión con el vino, las palabras mágicas y finalmente el lanzar el ramo dónde Anastasia lo hizo con ilusión sin creer que caería en las manos de Angélica, quien sabía que ya se encontraba casada pero ese ramo era la ilusión de que algún día estaría al lado del hombre que amaba.

― Quiero agradecerte por todo, porque no es fácil para ti ― Susurro Anastasia hacia Angélica acercándose cuando estaba sola ―, Prometo que lo haré feliz el tiempo que esté con vida ― Aseguró, sonriendo y siendo bien recibida subiendo la copa de vino.

― Lo sé, eres una gran mujer y también mereces ser feliz ¿Cómo te fue con Alicia? ― Preguntó de repente, recordando la falta que le había hecho ese tiempo ―, Aunque yo lo propuse no puedo negar que fue duro para mí, porque había una parte de mi corazón lejos ― Confesó encogiendo los
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