Pasan varios años. La vida con Clint es todo lo que prometió y todo lo que yo sabía que sería cuando me enamoré de él. En el primer aniversario de nuestro apareamiento, me llevó de nuevo a Maine. Esta vez pudimos navegar en balsa por aguas rápidas, tal y como me había prometido. Yo no sabía que había planeado llevarme allí, así que le había conseguido una foto nuestra en Maine. La amplié para poder colgarla en la pared. Era una foto de nosotros dos frente al mar. Él estaba detrás de mí y me rodeaba la cintura con los brazos. Sus ojos me miraban atentamente mientras yo reía. Mi pelo ondeaba al viento y mi cabeza estaba girada hacia él, escuchando lo que me decía al oído. Recordaba el momento, recordaba que me estaba diciendo que nunca querría a nadie como me quiere a mí, lo que lo hacía mucho más especial.

En nuestro segundo aniversario, me llevó a las Montañas Rocosas. Se aseguró de que donde íbamos aún hubiera nieve. Nos consiguió una cabaña alejada de todos y de todo. Pasamos un la