Mientras caminamos hacia nuestros casilleros, Cali se inclina hacia mí. “¿Clint te acaba de guiñar el ojo?”.

“Eso parece”.

“Obviamente le diste una impresión”.

“Supongo. Da igual, no importa”, digo cuando de repente una mano baja por la puerta abierta de mi casillero y el calor se filtra por mi espalda. Miro por encima del hombro y veo a Lucas. “Quiero la revancha mañana, preciosa”.

“¿Seguro que estás preparado para esa clase de vergüenza, Lucas?”.

Cierne su figura de metro noventa sobre la mía de metro setenta y sus labios rozan mi oreja. “El ganador paga la cena del viernes por la noche”.

“¿Esa es tu horrible manera de invitarme a salir Lucas?”, digo cerrando la puerta de mi casillero y girándome hacia él. Por el rabillo del ojo, veo a Clint frunciendo el ceño en nuestra dirección. No me molestaría, pero Anders se dirige hacia Calista y Clint está a su lado.

“¿Y si lo es?”. Lucas me pregunta.

“Entonces yo diría que necesitas mejores frases, Lucas”. Me giro hacia Calista.