El día que tenemos que partir para el torneo, preparamos nuestros cuatro todoterrenos. Eli y yo habíamos reunido nuestro dinero, pero solo podíamos permitirnos uno para la manada. Los otros tres los alquilamos en la ciudad.

Nuestro destino nos llevaría unas doce horas de viaje, sin tener en cuenta las paradas. Íbamos a un lugar del norte de Kansas. El ayuntamiento había conseguido que el estado cerrara un parque estatal para nuestra llegada. De esta manera, no correríamos el riesgo de encontrarnos con humanos. Con el gran número de hombres lobo que llegaban al territorio, se pagaba bien al estado por cerrar su lugar turístico. El lugar fue elegido, me dijeron, porque está en medio del país.

Nuestro día es largo y aburrido. Eli y yo practicamos el uso de nuestros dones mentales enlazando nuestra manada, pero cuanto más nos alejamos, más difícil nos resulta. Nos enlazamos más lejos de lo esperado, molestando igualmente a diferentes miembros de la manada mientras probamos nuestro alcanc