Después de ducharme, me visto y me doy cuenta de que no tengo ni idea de si alguien de la manada tiene coche. Tengo que ir a la tienda a comprar todos los artículos que Maddie tiene en su lista. Tampoco tengo ni idea de lo que hay por aquí, aparte del pequeño pueblo al que llegamos Eli y yo cuando nos bajamos en la última parada del autobús.

Por suerte, Eli entra cuando estoy terminando. “¿Sabes si alguno de los miembros de la manada tiene coche?”, le pregunto.

“Sé que Carlos sí y alguno otros, ¿por qué? ¿Van a algún lugar?”, pregunta mientras se quita la ropa. Me tomo un momento para disfrutar de su musculoso cuerpo. Las heridas de esta mañana parecen estar ya curadas.

“Grace. Si sigues mirándome así, ninguno de los dos llegará al trabajo que tenemos que hacer hoy”.

“No es mi culpa que te veas tan bien desnudo”, digo acercándome a él y pasando las manos por su pecho y sus abdominales, palpando cada cuadrado de este 8-pack a medida que avanzo. Sonrío cuando mis manos son golpeadas