Cuando Eli me dice que ha pasado la mayor parte de su vida sin padres, me quedo de piedra. No me lo esperaba.

“¿Qué les pasó?”, pregunto. Si yo cuento mi historia, él también debería contar la suya.

“Mi madre murió al darme a luz”. Se detiene y su mandíbula se tensa.

“¿Y tu padre?”, pregunto en voz baja. Me doy cuenta de que no va a ser tan sencillo como la muerte de su madre.

El músculo de su mandíbula se crispa antes de responder. “La versión corta es que mi padre retó a nuestro heredero Alfa a un duelo después de que causara la muerte de mi hermano mayor, el futuro Beta. El Alfa lo prohibió, pero su hijo aceptó. Mi padre, en su dolor, mató al heredero Alfa, el único hijo de nuestro Alfa”. Se detiene y bebe un sorbo de té antes de volver a mirarme.

“El Alfa me obligó a ver cómo decapitaba a mi padre, lo culpó de la muerte de mi hermano y del heredero Alfa, lo llamó traidor y luego me desterró. Yo tenía 12 años, así que entiendo la preocupación de tu madre por no sobrevivir sola