Capítulo 295
En la primera estación, mi madre nos baja del autobús y compramos tiquetes para otro destino. Así seguimos durante tres estaciones más, cambiando de destino a mitad del viaje.

Cuando por fin llegamos a un lugar donde ella decide que podemos quedarnos, es medianoche, dos días después. Estoy agotada y solo hay un motel en esta pequeña ciudad. Nos acostamos en la cama y yo me duermo enseguida. Me doy cuenta, en algún rincón de mi mente, de que el regalo de mi duodécimo cumpleaños fue escapar de mi padre, y sé que es el mejor regalo que me han hecho nunca. Por hoy, mi madre y yo estamos a salvo.

Mamá decidió que podíamos quedarnos en este pequeño pueblo. Dijo que no estábamos en territorio de ninguna manada y que, aunque hay manadas en los alrededores, en esta parte de los Apalaches, se quedan para ellas mismas.

Mi madre me matriculó en la escuela y consiguió un trabajo en el único restaurante de la ciudad. Nos consigue un apartamento de alquiler, lo que los humanos llaman un “suite
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