Cuando llevo a Angela al baño, sé que espera que haga algo sexual o lascivo. Así que me propongo no mirarla, bueno, no mucho. Ya he visto su cuerpo, varias veces mientras estaba inconsciente. Ya está grabado en mi mente. Sé que se le ven todas las costillas, que los huesos de las caderas sobresalen demasiado, que los hombros tienen más hueso que carne. No solo es pequeña, sino que lleva mucho tiempo pasando hambre. Estoy impaciente por ver cómo será su cuerpo cuando crezca. Cyran y yo nos aseguraremos de que coma lo suficiente. Nunca volverá a pasar hambre.

Cuando le digo que se recueste para lavarle el pelo, siento que sus ojos me taladran la cabeza, así que lucho contra el impulso de mirarla. Sé que su cuerpo no habrá cambiado, solo ha comido un poco y por eso la miro a los ojos y le guiño un ojo. Su gesto de sorpresa casi me hace sonreír. Su gemido de placer cuando empiezo a lavarle el pelo me hace sonreír. Me siento bien cuidando de mi pareja. Incluso Cyran ronronea en mi mente mi