El día después de la visita al club, Michael se despertó temprano. Aunque en realidad, apenas había dormido nada. Primero se sintió culpable por la chica a la que había dejado medio desnuda en aquella sórdida habitación; luego, se culpó por haber sido infiel a Rose. Aún cuando ella lo trataba mal, y su vida sexual era inexistente, lo cierto es que era su compañera, y se había comprometido a no meters en la cama con ninguna otra mujer.
Sintíó un palpitante dolor de cabeza atenazándolo, y decidió que tal vez haciendo un poco de ejercicio, conseguiría solucionarlo. Se puso un pantalón de deporte, una de sus habituales camisetas de dormir, y unas zapatillas viejas que ya apenas usaba, pero qu por costumbre siempre llevaba consigo.
Corrió un par de manzanas antes de sentirse exhausto, y se paró en la esquina más cercana, resollan
El lunes llegó mucho antes de lo esperado, y a pesar de no sentirse preparada, pronto Danisa se encontró despertándose para comenzar su andadura profesional en París.Ese día se despertó temprano, se probó todas las prendas que colgaban de su armario, y finalmente se decidió por un traje de falda lápiz negra, blusa blanca con lazo en el cuello, y chaqueta negra, también escogió unos sobrios zapatos de tacón, también negros.La antigua Danisa hubiera llevado algo atrevido, que hubiera descrito sin palabras su personalidad; pero la nueva, no, la nueva Danisa quería ser profesional, quería que la trataran como una adulta, y demostrar que había madurado.La única concesión que hizo a su atuendo, fue el pintalabios, que era de un bonito color cere
Después de intentar convencer a Carl para que cambiara de opinión, y le diera la oportunidad de enviar a uno de sus trabajadores a supervisar cada envío; Carl se puso firme sobre su decisión, si no quería supervisar personalmente cada entrega, no habría trato, así que, Michael no tuvo más solución que concertar una cita con su suegro para comentarle el problema al que se estaba enfrentando.La cita fue aquel día, a las tres de la tarde, y aunque Michael había pasado el día muy agobiado por la llamada que tenía que hacer; después de comer un buen bistec poco hecho, y una deliciosa crepe de chocolate, sintió que nada podía salir mal.Inició sesión en su ordenador, y se conectó a la reunión que su suegro le había enviado cuando le pidió que hablaran en persona. La situación le parecía má
Danisa se pasó todo el día encerrada en su despacho. A pesar de la charla que habia tenido con sus subornidanos, la que ella había considerado motivacional, ninguno de ellos le presentó ningún diseño; salió en varias ocasiones de su despacho, paseó entre las mesas, y les preguntó en que estaban trabajando,pero todos le respondieron que eran diseños inacabados, y que no tenían nada bueno que presentarle.Hacia las doce del mediodía salieron a comer algo, y no le dijeron nada, así que se quedó allí sola, hambrienta, esperando a que la oficina se vaciara, para acercarse a la cafetería, y pedir lo único que quedaba, una ensalada de quinoa que tenía aspecto de no saber muy bien. Danisa pagó por ella, y se la comió sola en el despacho, pensando en que habría hecho mal para que sus nuevos compañeros le dieran tan mala acogida.
Michael estaba nervioso, de hecho, se sentía increíblemente inquieto mientras se vestía para acudir al club aquella noche. Había una mezcla de fuerzas que vivía en su interior. Por una parte, quería que aquella increíble mujer se presentara en el club, perdonando así su mal comportamiento de la noche en que se conocieron; por otra parte, su mitad racional le decía que lo mejor sería que ella no se presentara, que simplemente ignorara su mensaje, y todo pasara a formar parte de los recuerdos que Michael atesoraba en su memoria.Se vistió con esmero, portando un traje de chaqueta de color gris oscuro, a juego con una corbata casi negra, se puso sus zapatos de vestir, y se peinó, aplicando una loción capilar que dejó su pelo brillante.Obviamente, sabía que en cuanto traspasara la puerta que lo llevaría a la zona
Acababa de experimentar uno de los momentos más placenteros de mi vida, y después de ello, no pude salvo derrumbarme sobre el pecho del hombre, que subía y bajaba trabajosamente, disfrutando aún de los últimos coletazos de pasión.Pensé que depsués de esa experiencia, él me dejaría en el suelo, y yo me caería, pues dudaba mucho de que mis rodillas pudieran sostenerme,pero afortunadamente no entraba entre sus planes soltarme. Se giró conmigo aún abrazada a su cuello, caminó torpemente en dirección a la cama que había en el cuarto, y cuando estuvimos lo suficientemente cerca, me tiró sobre el colchón. Me lanzó suavemente, podría decir que él se estaba conteniendo, lo notaba en la tensión de sus brazos, y en la forma en la que me cargaba.Quedé boca abajo, con el pe
Tal y como Danisa había intuido antes de acostarse, el despertador se convirtió en un martirio a la mañana siguiente; su pitido incesante la cansó enseguida, y pronto decidió que prefería levantarse a seguir escuchándolo más rato.Se dio una rápida ducha, intentado borrar de su cuerpo todo rastro de la noche anterior, y se visitió con un elegante vestido entallado, de tela de pata de gallo, que combinó con los mismos zapatos que había lucido el día anterior,y también con el mismo bolso. Volvió a aplicarse un toque de color a los labios, aunque esta vez escogió el rosa fucsia que le encantaba, y se perfumó con unas gotas de su perfume preferido.En cuanto estuvo lista para salir, sonrió frente al espejo, y se prometió que iba a ser un gran día. Volvió a coger el mismo autobús, maravillándose con los nuevos detal
La mañana de Michael era un desastre, a pesar de todo lo sucedido la noche anterior, y de que apenas había dormido cinco horas, el problema no era ese. Por la mañana, se había levantado para salir a correr, con el propósito de volver a recuperar el estado atlético que un día tuvo, pero antes de salir del hotel, lo habían avisado de recepción.Él se acercó pensando que se trataría de algo sin importancia, como saber si ese día pensaba desayunar allí o no, pero cuando llegó a la altura de la recepcionista, se dio cuenta, por su expresión grave, de que algo sucedía.- Discúlpeme.- comenzó ella.- no quería molestarlo en su horario de hacer deporte, pero como lleva ya bastantes días con nosotros, y no ha dado ningún problema, me gustaría tratar este tema personalmente
Danisa leyó el mensaje varias veces, y a pesar de que sabía que debería sentirse indiferente ante la declaración de intenciones del misterioso hombre que la citaba esa noche, se sentía inquieta de anticipación. Le dolían los muslos, de la fuerza con la que los estaba apretando para evitar ser consciente de la humedad que se extendía entre ellos.- ¿Danisa?Se giró hacia la persona que emergía de la puerta de su despacho, y contempló a su compañero de trabajo, era uno de los miembros de su equipo, y la miraba atentamente, y en ese momento, ella se dio cuenta de que aún estaban trabajando.- ¿Si?- Venía a traer el boceto del abrigo que me has pedido esta mañana.- Si, claro, Margo, pasa y muéstramelo.La chica pasó sin darle mayor importancia su mira