Después de aquella tarde en casa, disfrutando el uno del otro, Michael se fue mientras Danisa dormía plácidamente, y le dejó una bonita nota en la que le explicaba que tenía que regresar a su apartamento. Danisa la leyó al despertarle, y le respondió con un mensaje que envió a su teléfono.
Tras leer el mensaje, Danisa se fue de casa con la sonrisa que adornaba últimamente su cara, ni siquiera recordó recoger los informes que había estado corrigiendo el domingo junto a Michael, y tuvo que regresar antes de comenzar su jornada laboral.
El lunes fue duro, pero a ella no le importó, en parte porque no estaba concentrada en lo que sucedía en su oficina; en parte porque disfrutaba enormemente con su nuevo trabajo. Siempre le había gustado la ropa, y desde que era una niña le habían dicho que sus combinaciones eran increíbles, pero ella nunca pens&oacu
Me quedé con la boca abierta cuando vi a la preciosa Danisa enfundada en un vestido rojo. La observé salir por la puerta, y su cuerpo de curvas generosas me encandiló, madre mia, ese vestido, y esos zapatos de tacón que la hacían balancearse mientras caminaba, lo estaban volviendo loco.- Hola, Michael.- dijo ella, dándole un rápido beso en los labios.- siento haberme retrasado, no te imaginas el día de locos que he tenido.- No pasa nada, han sido solo cinco minutos.Michael disfrutó al ver como Danisa se introducía en el coche, y el precioso vestido se pegaba más a sus curvas. En cuanto él entró, el conductor puso en marcha el vehículo, y comenzaron a recorrer las preciosas avenidas de Paris. Michael apoyó su mano sobre la de Danisa, y ella se recostó sobre su pecho. Sentir el calor de su piel traspasando la fina tela de su camisa, lo volvió l
Danisa miró a Michael sonriente, pero con un poco de miedo en sus preciosos ojos, le resultaba extraño comportarse como lo había hecho. Llevaba dos años trabajando duro para ser una Danisa nueva, una mujer independiente, que pensara mucho en cada decisión que tomaba, y sin embargo, acababa de dejarse llevar por un arrebato de locura, y le había hecho el amor a Michael en un coche, ¡mientras circulaban por la ciudad! Sin duda, comportarse así, no formaba parte de su nueva personalidad, sino de la antigua; la personalidad salvaje que la había hecho feliz, pero que había hecho que la expulsaran de su manada.En cuanto el coche se detuvo totalmente, ambos bajaron del coche, y Danisa se sintió ligeramente decepcionada al darse cuenta de que el lugar al que se dirigían era un edificio de viviendas; lo cierto es que ella había esperado asistir a una fiesta en un restaurante, o tal vez en un edi
Llevaba dos semanas viendo a Danisa todos los días, y mi humor nunca había sido mejor que ahora. Quedábamos para cenar, a veces para ir a obras de teatro, o museos, y luego íbamos a alguno de nuestros apartamentos, y pasábamos la noche juntos.Ella se derretía entre mis brazos, y yo sentía que no respiraba hasta que estaba a su lado, abrazándola y besándola. Las noches se nos pasaban en un suspiro, y los orgasmos se contaban por decenas.No sabía como decirle a Danisa que era la única dueña de mi corazón, de hecho, era consciente de que estaba enamorado de ella, pero tenía miedo de decírselo. Por primera vez en mucho tiempo, me sentía feliz, pero inseguro, como si toda aquella felicidad pudiera desvanecerse en cualquier segundo.Me desperté como cada día, con los sentidos abot
Danisa estaba un poco inquieta al ver que Michael no le había confirmado la hora del cine de aquella noche. Lo hubiera llamado, pero no quería agobiarlo con algo tan tonto como la hora a la que iban a quedar esa noche; sabía que él estaba muy agobiado con su trabajo, y no quería añadir preocupaciones a su vida.Ese día salió temprano de trabajar, pasó por su apartamento para ponerse ropa cómoda, y decidió guardar en su enorme bolso un pijama, por si acaso se quedaba a dormir en casa de Michael. Si decidía dormir allí, podría ponerse ropa de muestra, de la que conservaban en el almacén de la empresa. Ese era uno de los beneficios de trabajar para una empresa de moda, que podía utilizar la ropa que le sentara bien, y que hubieran dejado en el almacén de muestras, y lo cierto es que siempre había muchas cosas entre las que elegir.Tomó el me
Me desperté a medianoche, helado, y bastante desorientado. Traté de despejarme, pero me dolía mucho la cabeza, así que finalmente, opté por volver a cerrar los ojos y dormir unas horas más, hasta que estuviera completamente despejado. No desperté hasta las nueve de la mañana, lo cual resultaba extraño, pues yo siempre me levantaba realmente temprano para salir a correr. Me seguía doliendo la cabeza, y pensé que tal vez me hubiera puesto enfermo, a fin de cuentas,había pasado toda la noche en el sofá, tapado tan solo con una ligera manta.Me pareció raro estar desnudo, pues yo no recordaba haberme quitado la ropa, y desde luego,no creía que de haberlo hecho, la hubiera doblado y colocado en la mesa principal, que es donde la encontré.Me encaminé a la cocina, y me sorprendió volver a ver a Rose, durante las extrañas horas de la noche hab&i
Los siguientes días fueron para Danisa como la bajada de una montaña rusa; sus emociones estaban descontroladas, sus sentidos siempre alerta, y su cuerpo se encontraba extraño. No comió nada durante cuarenta y ocho horas, llamó a su puesto de trabajo para decir que estaba enferma, y por supuesto, apagó su teléfono móvil, para que Michael no pudiera localizarla. A pesar de ello, alguien muy insistente se prsentó en su apartamento, aporreó el timbre durante varios minutos, y después llamó a la puerta con los nudillos. Ella no se movió del sillón, temerosa de que descubriera que estaba allí dentro, y comenzara a gritar; afortunadamente su peor temor no sucedió.Después del duelo que vivió durante esos dos días, decidió levantarse de la cama, ducharse, vestirse como siempre, y acudir a su puesto de trabajo, fingiendo una sonrisa y con la excu
Danisa llevaba más de tres horas sentada en una cafetería. Había entrado allí presa de un impulso, cuando los pies comenzaron a dolerle tanto que apenas tuvo fuerzas para seguir andando, pero no se dió cuenta de que no llevaba su bolso consigo, y por tanto, que había dejado la cartera en su trabajo, y no podía pagar la taza de café de la que ya había disfrutado. Se acurrucó en la butaca, y pensó en como salir corriendo sin que la vieran, sin embargo, cuando la camarera se acercó hasta su mesa, para preguntarle si le apetecía tomar algo más, se echó a llorar, y con voz ininteligible le dijo:- No puedo pagar nada más.- Disculpe, señorita, ¿qué ha dicho?- Pues que no tengo dinero, no puedo ni siquiera pagar el café que me acabo de tomar.La camarera se dio la vuelta, e hizo una seña, y entonces Danisa estuvo se
Llevaba dos días desesperado, llamando, buscando y escribiendo a Danisa; pero nada, ella no cogía el teléfono, es más, al cabo de varias horas, su teléfono móvil había dejado de estar operativo, y desde ese momento, saltaba el mensaje de fuera de cobertura o apagado que ya me sabía de memoria.Me dirigí a su trabajo, y estuve un buen rato en la puerta de entrada, hasta que finalmente me di por vencido, y entré. Pregunté en el mostrador de recepción con mi tono de voz desesperado.-Señorita.- dije.- tiene que ayudarme.- y a esas alturas,la pobre recepcionista me miraba casi con miedo.- busco a Danisa Wolfgang, trabaja aquí.Ella introdujo varios datos en su ordenador, pulsó varias veces su ratón, hasta que finalmente negó con la cabeza.- Lo lamento, señor, pero la señorita Wolfgang ya no trabaja con nosotros.Me di la