Llevaba dos semanas viendo a Danisa todos los días, y mi humor nunca había sido mejor que ahora. Quedábamos para cenar, a veces para ir a obras de teatro, o museos, y luego íbamos a alguno de nuestros apartamentos, y pasábamos la noche juntos.
Ella se derretía entre mis brazos, y yo sentía que no respiraba hasta que estaba a su lado, abrazándola y besándola. Las noches se nos pasaban en un suspiro, y los orgasmos se contaban por decenas.
No sabía como decirle a Danisa que era la única dueña de mi corazón, de hecho, era consciente de que estaba enamorado de ella, pero tenía miedo de decírselo. Por primera vez en mucho tiempo, me sentía feliz, pero inseguro, como si toda aquella felicidad pudiera desvanecerse en cualquier segundo.
Me desperté como cada día, con los sentidos abot
Danisa estaba un poco inquieta al ver que Michael no le había confirmado la hora del cine de aquella noche. Lo hubiera llamado, pero no quería agobiarlo con algo tan tonto como la hora a la que iban a quedar esa noche; sabía que él estaba muy agobiado con su trabajo, y no quería añadir preocupaciones a su vida.Ese día salió temprano de trabajar, pasó por su apartamento para ponerse ropa cómoda, y decidió guardar en su enorme bolso un pijama, por si acaso se quedaba a dormir en casa de Michael. Si decidía dormir allí, podría ponerse ropa de muestra, de la que conservaban en el almacén de la empresa. Ese era uno de los beneficios de trabajar para una empresa de moda, que podía utilizar la ropa que le sentara bien, y que hubieran dejado en el almacén de muestras, y lo cierto es que siempre había muchas cosas entre las que elegir.Tomó el me
Me desperté a medianoche, helado, y bastante desorientado. Traté de despejarme, pero me dolía mucho la cabeza, así que finalmente, opté por volver a cerrar los ojos y dormir unas horas más, hasta que estuviera completamente despejado. No desperté hasta las nueve de la mañana, lo cual resultaba extraño, pues yo siempre me levantaba realmente temprano para salir a correr. Me seguía doliendo la cabeza, y pensé que tal vez me hubiera puesto enfermo, a fin de cuentas,había pasado toda la noche en el sofá, tapado tan solo con una ligera manta.Me pareció raro estar desnudo, pues yo no recordaba haberme quitado la ropa, y desde luego,no creía que de haberlo hecho, la hubiera doblado y colocado en la mesa principal, que es donde la encontré.Me encaminé a la cocina, y me sorprendió volver a ver a Rose, durante las extrañas horas de la noche hab&i
Los siguientes días fueron para Danisa como la bajada de una montaña rusa; sus emociones estaban descontroladas, sus sentidos siempre alerta, y su cuerpo se encontraba extraño. No comió nada durante cuarenta y ocho horas, llamó a su puesto de trabajo para decir que estaba enferma, y por supuesto, apagó su teléfono móvil, para que Michael no pudiera localizarla. A pesar de ello, alguien muy insistente se prsentó en su apartamento, aporreó el timbre durante varios minutos, y después llamó a la puerta con los nudillos. Ella no se movió del sillón, temerosa de que descubriera que estaba allí dentro, y comenzara a gritar; afortunadamente su peor temor no sucedió.Después del duelo que vivió durante esos dos días, decidió levantarse de la cama, ducharse, vestirse como siempre, y acudir a su puesto de trabajo, fingiendo una sonrisa y con la excu
Danisa llevaba más de tres horas sentada en una cafetería. Había entrado allí presa de un impulso, cuando los pies comenzaron a dolerle tanto que apenas tuvo fuerzas para seguir andando, pero no se dió cuenta de que no llevaba su bolso consigo, y por tanto, que había dejado la cartera en su trabajo, y no podía pagar la taza de café de la que ya había disfrutado. Se acurrucó en la butaca, y pensó en como salir corriendo sin que la vieran, sin embargo, cuando la camarera se acercó hasta su mesa, para preguntarle si le apetecía tomar algo más, se echó a llorar, y con voz ininteligible le dijo:- No puedo pagar nada más.- Disculpe, señorita, ¿qué ha dicho?- Pues que no tengo dinero, no puedo ni siquiera pagar el café que me acabo de tomar.La camarera se dio la vuelta, e hizo una seña, y entonces Danisa estuvo se
Llevaba dos días desesperado, llamando, buscando y escribiendo a Danisa; pero nada, ella no cogía el teléfono, es más, al cabo de varias horas, su teléfono móvil había dejado de estar operativo, y desde ese momento, saltaba el mensaje de fuera de cobertura o apagado que ya me sabía de memoria.Me dirigí a su trabajo, y estuve un buen rato en la puerta de entrada, hasta que finalmente me di por vencido, y entré. Pregunté en el mostrador de recepción con mi tono de voz desesperado.-Señorita.- dije.- tiene que ayudarme.- y a esas alturas,la pobre recepcionista me miraba casi con miedo.- busco a Danisa Wolfgang, trabaja aquí.Ella introdujo varios datos en su ordenador, pulsó varias veces su ratón, hasta que finalmente negó con la cabeza.- Lo lamento, señor, pero la señorita Wolfgang ya no trabaja con nosotros.Me di la
Cuando traspasé la puerta del apartamento estaba tan enfadado que cerré de un portazo, sin pensar en que esa era realmente la casa de Carl, o al menos de su empresa.- ¿¡ROSE¡!Estaba poseído por la furia, por lo que comencé a caminar de un lado a otro hasta que mi compañera apareció, venía del dormitorio, con la cara pálida, y mirándome asustada.- ¿Me estabas buscando?- SI.- Pues aquí me tienes.- Quiero que me expliques que le dijiste a Danisa el otro día.- No sé a que te refieres.- Ella estuvo aquí, ¿verdad? Habíamos quedado, y como no la fui a recoger, debió de venir.- Es posible, si, puede que viniera, no me acuerdo bien.Me acerqué a menos de diez centímetros de su cara, la sujeté por los brazos, y aunque sabía que le estaba dejando marcas
SIETE MESES DESPUÉS- ¿Dani? ¿Vamos a correr?La voz de Emerald zumbó en mi cabeza como si de una avispa se tratara, abrí los ojos, miré al despertador colocado sobre la mesilla de noche, y vi que eran solo las cinco de la mañana.- ¿Emerald? ¿Te has vuelto loca?- No, pero el bebé me ha despertado, le he dado el pecho, y ahora no puedo volver a dormirme, vaaaaaaamos, necesito ejercitarme, ya sabes que Denzel es muy protector, no me ha dejado salir casi nada, y me siento fatal sin hacer ejercicio.- Venga, vale, pero correremos hasta el lago y ya está, sabes que sin un buen desayuno no tengo fuerzas para nada más.Me vestí con unas mallas y una camisa vieja que había en el fondo de mi armario, y seguí a Emerald escaleras abajo, con los ojos aún a medio abrir. Llevaba ya seis meses en la vieja casa de la
Después de varias horas en la cocina, hirviendo ollas con agua caliente, y estilizando material médico, mi cabello estaba abultado, y mis manos enrojecidas de cargar con las cazuelas. Aunque gracias a esta ocupación, apenas he tenido tiempo para pensar que he caído en las garras de Michael como una tonta, y que llevo meses soñando con él, y con que aparece por sorpresa con un inmenso ramo de flores para pedirme perdón.Estoy preparando una nueva remesa de instrumentos médicos esterilizados, cuando veo a mérale entrar en la cocina. Me sorprende, la verdad, porque pensaba que estaría con los bebés, pues con el revuelo que hay hoy en la casa, deben de estar muy inquietos.- Danisa.- me susurra muy bajito.- Dime, Em.- Necesito que me acompañes.- No puedo, estoy ocupada, y además me estoy escondiendo de la compañera de Michael.- Danisa,seguro que