Despedidas

Los dos días siguiente a mi llegada a la posada pasaron sin que me diera cuenta. Después del primer día, en el que Briana me recortó el cabello, y me lo tiñó de negro; ya no había motivo para resguardarme en mi habitación, y eso lo hizo todo más sencillo.

Pude unirme al resto de huéspedes, y me sentí fascinada por las historias que me contaron. Yo nunca había salido de mi manada. Bueno, miento, lo hice en una ocasión, cuando destruyeron nuestro territorio inicial, y tuvimos que buscar un nuevo hogar. Pero ni siquiera en esos momentos nos aventuramos muy lejos. Siempre nos mantuvimos en el mismo bosque, escondiéndonos como podíamos, y visitando solo lugares conocidos.

En cambio, aquí, en esta posada, cada cual tiene una historia, y todas ellas me fascinan. Me gustaría ser el hombre con la cara llena de cicatrices que ha recorrido los confines de la Tier

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