CAPÍTULO CINCUENTA
AMELIA LEAL

Mi sobrino duerme plácidamente en su asiento de auto en el asiento trasero, ajeno a las actitudes de su padre y eso me vuelve más protector. cubierto deValiente y decidida a no poner las cosas fáciles, trato de distraer a Pedro para descubrir nuestro destino. No me lo pone fácil y me da respuestas evasivas.

— Aurora no se desmayó, ¿verdad?—Le hago la pregunta a Pedro, pero observo el rostro pálido y dormido de mi hermana.

Me mira por el espejo retrovisor y se mantiene en silencio, manteniendo el arma en una de sus manos mientras conduce a gran velocidad.

—¿Qué hiciste con ella?

—Cállate, Amelia. —Me regaña, revisando a cada momento si alguien nos sigue.

— ¿Mi padre sabe acerca de tus planes?—

Silencio.

—Mi madre trató de advertirme, ella sabe algo sobre ti. — Me llamo tu atención.

— ¿A qué te refieres? pregunta.

— Quería alejarme, pensé que era porque vio uno de tus besos, pero ahora creo que había otras razones.

—Tu hermana está bien. Solo le di un sedante. —C
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