Con lo rápido que conducía Tristán, no tardaron mucho en llegar al Distrito Viejo. Sylvia se dirigió a él. "Déjame en el cruce cerca de mi casa". Estaba a poca distancia de la residencia de los Carter, así que pensaba ir andando después de bajarse del coche. Tristán la miró y respondió: "De acuerdo". Poco después, se detuvieron en dicho cruce. Sylvia se bajó del coche y le dio las gracias: "Tristán, gracias por llevarme a casa". Tristán sonrió y contestó: "De nada. Ahora date prisa y ve con tus hijos". Sylvia dio la vuelta y se dirigió a casa de los Carter. Después de cruzar dos cruces más, llegó a la entrada de su casa familiar. La puerta de entrada estaba cerrada. Sylvia se adelantó y levantó la mano para llamar al timbre. "¿No ibas a tener una cita con él?". Una voz profunda y socarrona surgió de la nada detrás de ella. Sylvia se sobresaltó y se giró rápidamente. Era Odell, escondido bajo la sombra de los árboles. Seguía llevando el mismo traje n
¿Un juguete roto? Durante una fracción de segundo, Sylvia sintió que su cuerpo se convulsionaba, espinado por numerosas y afiladas espinas que penetraban en su piel. Casi por instinto, levantó una mano y dio una bofetada en la atractiva cara de Odell. ¡Pam! Un golpe claro y nítido cortó el aire. Sylvia sintió que le temblaba la palma de la mano. Su rabia era lo que la mantenía en pie mientras rugía con fuerza: "¡Odell, tú eres el juguete roto!". Tan pronto como dijo esto, ella sintió que algo la agarraba por el cuello. Era Odell el que la agarró del cuello y la empujó contra la pared detrás de ella. Su rostro era terriblemente hostil. "¿Me has pegado? ¿Cómo te atreves a pegarme?". La miró fijamente de forma asesina, como si quisiera agujerear su cuerpo con su mirada. La mirada de Sylvia cambió, luego se preparó y volvió a aullar: "¡Tú fuiste el que empezó!". Odell apretó su agarre con rabia. Sylvia se asfixiaba y abría desesperadamente la boca para aspi
Odell se sobresaltó al ver los ojos rojos e hinchados de Sylvia con lágrimas acumuladas en su interior. “No me mires así”. Odell se burló: "No va a funcionar conmigo. No soy Tristán". Sylvia se quedó completamente sin palabras mientras contenía las lágrimas. Odell no pudo evitarlo y comenzó a reírse al notar lo alterada que estaba y que, sin embargo, era incapaz de expresar su enojo de cualquier manera o forma. "Ve a ver a los niños. Solo tienes una hora". Tras decir eso, se dirigió hacia la puerta que se abrió automáticamente. Después de que entrara, Sylvia se quedó mirando su figura y murmuró maldiciones: "¡Estúpido, bastardo, imbécil!". Cuando se desahogó, se arrastró hacia el interior. Mientras tanto, Tara, que había estado escondida en la oscuridad todo este tiempo, apretaba las manos con fuerza y rabia. Desde que estuvieron en el aparcamiento tras el final del baile, ya tenía el presentimiento de que algo estaba pasando cuando escuchó a Odell contarle de
¡Lo peor era que tenía las agallas de coquetear con Tristán! ¡Qué vil! Sonia no pudo tragarse su rabia e intentó asestar otro golpe a la cara de Sylvia. Esta vez, Sylvia se agachó hacia un lado, por lo que la mano de Sonia se estrelló contra la dura superficie de un pilar de madera. Tan pronto conectó el golpe, ella gritó de dolor: "¡Tú! ¡Te voy a dar una paliza como sea!". Cegada por la rabia, se lanzó contra Sylvia. Fue entonces cuando Tristán cargó repentinamente desde el exterior. Se interpuso rápidamente entre los dos y ayudó a apartar a Sonia. Sonia se sobresaltó ante este espectáculo y gritó de inmediato, pidiendo justicia: "¡Tristán, mira lo que me acaba de hacer Sylvia!". Tristán frunció el ceño y la miró con deseos de venganza. "¿Crees que estoy ciego?". Además, había muchos testigos en el estudio. Estaba más claro que el agua que fue Sonia la que había intentado pelearse con Sylvia sin ser provocada. La expresión de Sonia cambió y comenzó a hacer
¿Hubo alguna vez una sensación peor que la de ser abandonado por tus seres queridos cuando más los necesitabas? Odell había hecho que la abofetearan sesenta veces por aquel entonces, hasta el punto de que había quedado con la cara tan hinchada como si le hubiera picado una abeja. Su padre biológico no solo no se había compadecido de ella, sino que incluso la había cupado de que las cosas salieran mal con los Carter y la había expulsado de la familia. A partir de ese momento, Sylvia perdió por completo la fé en su familia. Si no la trataban como a uno de los suyos, ¡tampoco iba a sufrir su ira sin motivo! Todos los recuerdos se precipitaron hacia ella. Sylvia volvió en sí y se volteó hacia Betty y los demás con una débil sonrisa. "No es mi hermana. No tengo más familiares que mis dos hijos y la tía Tonya". Betty soltó un suspiro de alivio. "Entonces, todo está bien". No la presionaron para que diera más detalles y la dejaron sola después de ofrecerle consuelo.
Tara tomó el brazo de Odell. Cuando llegaron a las escaleras, Sylvia y Tristán ya habían entrado en el salón privado que habían reservado. Tara miró la cara de Odell y le susurró: "Odell, ¿podría ser Tristán quien se llevara la mejor sala privada que íbamos a reservar?". Odell frunció los labios con indiferencia. Tara añadió: "Este restaurante es un lugar famoso para las parejas. Dicen que ese salón privado en particular tiene fama de tener propuestas de matrimonio exitosas. Como Tristán va a llevar a Sylvia a esa sala, creo que está planeando confesarle su amor". La cara de Odell se ensombreció al oír esto. ¿Tristán iba a confesarse con esa mujer? Una ráfaga de ira se le subió a la cabeza, pero fue capaz de reprimir esa ira tan rápido como le llegó. No había nada por lo que enfadarse, sobre todo porque se trataba de una mujer que ya no le importaba. Sin embargo, si esa mujer se atrevía a llevarse a Tristán y a ignorar voluntariamente a sus hijos, ¡no podría
Odell vio un carro lleno de rosas junto a Tristán, que se confesaba con Sylvia. Levantó sus afiladas cejas y se limitó a observar con frialdad. A su lado, Tara observaba la reacción de su rostro y también estudiaba cómo se desarrollaban las cosas entre Tristán y Sylvia. En la otra habitación, Sylvia y Tristán no tenían ni idea de que Odell los estaba observando. Sylvia miró a Tristán con una expresión complicada. Después del baile de aquella noche, sabía que le pasaba algo, pero, aun así, le sorprendió que se lo dijera él mismo. Aunque no quería herirle, si lo mantenía vago o evitaba la pregunta, solo conseguiría empeorar el malentendido, lo que acabaría por herirlo más. Ella lo miró a los ojos y le dijo: "Tristán, me siento realmente honrada de que te guste, pero solo te veo como un amigo. No somos adecuados juntos". Tristán se sintió descorazonado, aunque ya había pensado en este resultado. Pronto una sonrisa se dibujó en sus labios y dijo: "Tú estás soltera, yo estoy s
En toda la Ciudad de Westchester, solo Odell podía superar a Tristán en cualquier cosa. Tara se negó a creer que Sylvia no sintiera nada por Odell. Un rato después, Tara recuperó la compostura y le dijo a Odell: "Nunca esperé que rechazara a Tristán. ¿Realmente lo rechazó por sus padres? Tristán es un gran hombre, y basándome en mi conocimiento de Sylvia, creo que es imposible que no sienta nada por él". Odell la miró. "¿Estás diciendo que Sylvia se hace la difícil?". Su mirada parecía más aguda que de costumbre. Tara se lo pensó y explicó nerviosa: "No estoy diciendo eso. Solo creo que siente algo por Tristán. Si no, ¿por qué le habría acompañado a ese baile como su pareja? Dijo que tú ya no le gustabas, lo que significa que le está diciendo a Tristán que no hay nadie más que él. Eso hará que Tristán piense que aún tiene una oportunidad". La mirada de Odell cambió. La extraña asfixia que tenía en el pecho se dispersó de repente. Se burló, y en sus ojos apareció un matiz de