Capítulo 1015
El nervio de ese idiota. ¡Como si las cosas dulces pudieran hacer que Sylvia superara todo el daño que Odell había hecho!

Sylvia aceleró el paso.

Todo lo que podía escuchar era el viento y el crujir de las piñas bajo sus pies.

El hombre, acostumbrado al poder y al prestigio, probablemente se sintió ofendido y no quería perseguirla.

Exhaló profundamente y desaceleró.

En ese momento, un torrente de pasos se acercó por detrás.

Un brazo envolvió su cintura antes de que supiera lo que estaba pasando.

Golpeó un sólido cofre.

El hombre la agarró con una mano y le puso la chaqueta sobre los hombros con el otro brazo.

Cuando Sylvia miró hacia arriba, parecía aturdida.

¿No estaba enojado? ¿Por qué la persiguió?

Odell la rodeó con sus brazos por encima de su chaqueta. Cuando sintió su mirada, bajó la cabeza y la miró a los ojos con el ceño fruncido.

—Todavía tienes que usarlo—.

Su voz era ronca pero imponente. Sylvia frunció los labios.

—¿Y si me niego?

Los labios
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