Más tarde, aseada y después de dormir por un rato, fue en busca de Baski. La encontró en el bosque con Remeta, recogiendo hierbas medicinales en una cesta. Caminaron todas juntas hasta el palacio y volvieron a la habitación de Baski. La anciana estaba lívida y preocupada, pero Danika se adelantó a explicarle lo sucedido en la Habitación del Rey. Le explicó su razonamiento, saltándose los recuerdos íntimos que hizo con el rey. Esos eran privados y solo para que ella los atesorara. Le contó a Baski sobre la forma en que estaba tan hundido en su pasado, que casi perdió la cordura con ella. Cómo estuvo a punto de decirle que estaba embarazada y su respuesta a eso. “Oh, querida…”. La anciana se palmeó su propia frente arrugada: “Me alegro de que te hayas retractado cuando lo hiciste, no quiero ni imaginar lo que te habría pasado si se lo hubieras contado y se hubiera tomado mal la noticia. Realmente cree que no puede tener un hijo y no podemos culparlo”.“Tienes razón. Simplemente
Su mano tocó su estómago, acariciándolo. Su vientre ya no era tan plano como antes, tenía un bulto ligero. Sería fácil atribuirlo a una comida pesada, sin embargo, ¿cómo explicaría la superficie dura de su vientre? La estancia de Karama en Salem la protegió durante mucho tiempo. Pasaba tiempo con el rey al aire libre. Paseando, cabalgando con él, recorriendo las calles con él. Sonrió al recordarlo. Después de aquella noche en la Habitación del Rey, él se volvió más libre con ella. Más íntimo. Ella llegó a desear y disfrutar cada minuto que pasaban juntos. No volvieron a ser íntimos sexualmente desde aquella noche, por respeto a la Semana del Cortejo. Se besaban mucho y ella incluso se lo tomó en su boca y para darle placer ocasionalmente, pero no tuvieron sexo desde entonces. Seguramente se estaba saciando con su futura reina. Su pecho se contrajo al pensarlo, como siempre. Intentó no pensar en ello. Era más fácil afrontarlo, si ella no pensaba en ello. Kamara sería su r
“Los vi a ti y al rey esa noche. En su habitación. En el suelo. En los brazos del otro, dormidos”. Llegó por fin la tranquila respuesta. Danika no tuvo que pensar mucho para que apareciera la imagen en su mente. Cuando lo hizo, se le congeló la sangre. Vio su noche íntima con el rey.“Oh…”, murmuró Danika sintiéndose culpable. No sabía qué decir al respecto. Ella misma fue una princesa, podía entender la falta de respeto que sentía Kamara. Por no hablar de la ira e incluso el dolor. Kamara dejó escapar un profundo suspiro. “No estoy enfadada contigo. Ni siquiera estoy dolida, o habría hecho algo al respecto estas últimas semanas”.“¿No lo estás?”, preguntó Danika, insegura y desconcertada. “No, no lo estoy. Lamentablemente, lo que vi me ayudó a entender muchas cosas. Hice las paces con ello”.“No entiendo”.Kamara se giró hacia Danika. Sus labios se curvaron un poco, sus ojos la observaban. Con demasiado entendimiento. Su mirada inquietaba a Danika, pero no lo dejó en ev
“Danika lleva el hijo del Rey. Está embarazada”, anunció Vetta con una voz engañosamente tranquila. Karandy observó a la mujer que estaba sentada en la silla de madera al otro lado de la habitación, mirándola con una expresión fría que no revelaba nada. Hace dos meses que no veía a la Señora del Rey, por lo que le sorprendió especialmente escuchar como llamaba impacientemente a su puerta esta mañana. Otra sorpresa fueron las palabras que salieron de su boca. “No es posible que ella esté embarazada de él. ¿Por qué se arriesgaría de forma tan peligrosa? La antigua princesa es inteligente”, contribuyó él.“Oh, ella es muy inteligente. Y por eso quedó embarazada del rey. Es un juego peligroso. O el rey la mata por ello, o la acepta. Si esto último sucede, su posición podría cambiar para mejor y ella se podría convertir en una persona muy importante en su vida. Ella es inteligente…”, concedió Vetta, antes de añadir. “... pero muy tonta”.“¿Cómo sabe que está embarazada?”.“Tengo a
Kamara llegó a su puerta, con Danika a su lado. Se giró y miró a Danika. “Volveré al reino de mi padre por la mañana. Te extrañaré, Danika”.“Yo también te extrañaré, Kamara”. Danika se movió sobre sus pies, ya cansada de estar parada tanto tiempo. “Te deseo lo mejor con tu Callan”.“Yo también me deseo suerte. Todavía tengo unas semanas con él antes del siguiente paso de mi matrimonio, cuando el Rey Lucien venga a pedir mi mano”. Los labios de Kamara se curvaron tristemente. “Ojalá ocurra un milagro y me pueda quedar con Callan en lugar de con el Rey Lucien. Pero, los deseos nunca se cumplen”.“Sí, así es”. Danika repitió, recordando su situación actual. Sacudió la cabeza. “Yo también recuerdo cuando era una princesa…”.“Nunca debes olvidar algo así, Danika. Eres de la Realeza. Nunca olvides que eres de la Realeza. La señora va a hacer todo lo que esté a su alcance para deshacerse de ti y de tu bebé. Ella te odia tanto y no la puedes culpar porque ella también ama al Rey”. Kamar
Por la noche, Danika estaba en su habitación cepillándose el cabello cuando entró Baski. “El rey pide que seas tú quien le lleve la cena a su habitación”. Le informó con una expresión preocupada. El corazón de Danika dio tres vuelcos. “¿Baski?”.La mujer mayor se acercó y le quitó el peine. La observó a través del espejo mientras pasaba el peine por su larga melena rubia. “¿Querida?”.“Se me acabó el tiempo”. Susurró, con la mano acariciando su leve pancita. “Lo sé”. Baski dejó escapar un suspiro estremecedor: “Lo sé, Danika. Pero el Cielo está contigo. Te guiarán”.“La Semana del Cortejo termina mañana. Quiere pasar la noche conmigo”.“Lo sé. Estaba pensando que quizá deberíamos ir juntas a contarle sobre tu embarazo. Si voy contigo, tal vez pueda hacerlo entrar en razón antes de que ocurra un desastre”.Danika giró la cabeza y miró a la mujer mayor. “Tal vez”, recalcó Baski. Danika respiró hondo y se giró de nuevo hacia el espejo. “Ya no sé qué hacer. Remeta era nuestr
Danika llegó a la Habitación del Rey y llamó a la puerta. Esperó pacientemente.“Adelante”. Sonó la profunda voz del rey. No escuchaba su voz desde el día anterior, y le produjo un escalofrío. También hizo que su corazón se acelerara. Ella realmente estaba enamorada. No era algo que no supiera, pero el reconocerlo nunca dejaba de lastimarla. Se supone que el amor no debe calmar y herir al mismo tiempo, pero el suyo era así. Abrió la puerta en silencio y entró en su habitación. Él estaba enrollando un pergamino bien escrito y dejando caer su pluma entintada sobre el escritorio. Levantó la cabeza y la miró.“Traje su comida, mi rey”. Ella inclinó la cabeza. Él hizo un gesto con la cabeza hacia la mesa sin decir nada. Ella asintió y se dirigió a la pequeña mesa de comer situada al otro lado de su habitación. Recogió los pergaminos que estaban sobre ella y comenzó a acomodar la comida metódicamente. Así fue en los últimos días. Él siempre pedía que ella le trajera la comida.
“Ven y siéntate conmigo. No quiero comer solo. No quiero que te vayas”.Danika se giró hacia él al escuchar su profunda voz, su corazón dio un salto mortal. Él no quería que se fuera. Quería que se quedará con él.“Como desee, su Alteza”. Contestó con voz ronca. Volvió a la mesa del comedor y se sentó a su lado. Él revolvió el caldo que tenía delante, tomándolo y llevándoselo a la boca. Ella lo observó comer, guardando silencio porque sabía lo mucho que a él le gustaba el silencio. Ella no tenía comida, pero realmente no tenía hambre. Solo tener este momento para verlo comer era suficiente como para sentir algo de hambre. Ella lo amaba tanto. Colocando sus manos sobre su regazo, resistió el impulso de acariciar a su bebé. Era un mal hábito que se desarrolló en las últimas semanas: tocar y acariciar su vientre en privado cada vez que pensaba en el Rey. Un mal hábito, teniendo en cuenta su situación. Pero no podía dejar de hacerlo. El rey levantó la cabeza y la sorprendió