Céline observa por la ventana de la habitación aquellas montañas inmensas y de un verde hermoso, no ha parado de llorar ni de sentirse culpable por la muerte de su madre, piensa que por ella ha muerto, no le encuentra otra lógica.

Loan ha buscado la forma de hacerla sentir mejor, incluso le ha preparado algo de comer y ella no quiere, está desanimada, consumida por la tristeza de haber perdido a la mujer que le dio la vida.

—Céline, al menos recuéstate un rato y duerme, entiendo cuanto te debe estar doliendo pero… no me agrada tener que mirarte tan mal — Se posa en frente de ella y hace que lo vea — Eres fuerte — limpia sus lágrimas.

—Nunca debí venir, quizás ella aun continuara con vida — Loan niega.

—No, no acepto que te culpes de algo que no hiciste. Voy averiguar que está pasando en realidad, te lo prometo — posa un beso