Capítulo 400
Celeste miró hacia donde había venido el estruendo y vio una pistola negra en la mano esquelética de Samuel. Su piel pálida formó un inquietante contraste con el metal frío y oscuro.

Marina ya yacía en el suelo, su rodilla derecha ya estaba destrozada, con la carne y los huesos casi irreconocibles y la sangre brotando sin parar. Su rostro estaba tan pálido como el papel, solo se abrazaba la pierna, gritando desgarradoramente y retorciéndose en el suelo por el dolor.

¡Nadie se esperaba que esto sucediera! Las criadas también gritaron aterrorizadas.

Celeste miró la pierna ensangrentada de Marina y sintió náuseas. No pudo evitar fruncir el ceño con asombro hacia Samuel.

¡Realmente golpeó con una pistola a su propia hermana! ¡Qué hombre más cruel!

—Mi pierna... ¡Ay! Samuel, tú... ¡mi pierna!

—Mi querida hermana, ¡ahora también te has convertido en una inválida inútil! —dijo Samuel jugad con la pistola casualmente.

Su sonrisa pálida y aterradora hizo que Marina temblara aún más en el suelo.
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