Capítulo 342
El lujoso sofá tembló violentamente.

Los ojos atentos de Celeste se encogieron un poco por asusto:

—¿Vas a golpearme?

Golpearla...

Maldita sea, ¡quería incluso estrangularla!

El pecho de Lorenzo estaba obstruido por una ola de ira que no tenía dónde desahogar. Con una mirada sombría la miraba desde lo alto, siseó con voz helada:

—¡Celeste, eres una maldita sin corazón!

***

Lorenzo se fue, cerrando la puerta con un portazo y la habitación cayó en un silencio mortal.

Celeste se incorporó, se arregló la ropa y miró la puerta cerrada con una extraña sensación de impotencia.

Habían peleado por un niño que ni siquiera existía...

Poco después, se oyó el rugido del motor del auto deportivo que se alejaba.

Toc toc toc.

Alguien dio suaves golpes en la puerta.

—Pasa —dijo Celeste.

—Señorita, le he preparado un poco de sopa. El médico dijo que es bueno para su salud, por favor coma un poco.

Era Matilda que entró con un tazón.

—Gracias.

Celeste lo tomó, revolviendo la cucharilla, sin mucho apetit
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