Capítulo 10
Lorenzo inhaló profundamente el humo del cigarrillo y luego, con sus dedos largos y esbeltos, sujetó el rostro de Celeste. Su imponente figura se inclinó sobre ella.

Todo el proceso duró solo unos segundos. Antes de que Celeste pudiera reaccionar, el hombre ya la tenía atrapada entre sus brazos... El tenue aroma del tabaco la envolvía, y el apuesto rostro de Lorenzo estaba a solo dos centímetros de sus labios. La corta distancia hizo que el cuerpo de Celeste se tensara al instante y se quedara atónita por unos segundos. Cuando volvió en sí, se apresuró a luchar por soltarse:

—Señor Vargas, ¿qué pretendes hacer?

Lorenzo sujetó fácilmente las delgadas muñecas de la chica con una mano, impidiendo que se liberara. Cuanto más luchaba, más cerca quedaba su cuerpo pegado al pecho del hombre, lo que parecía más una invitación silenciosa.

La piel blanca de su pecho resultaba deslumbrantemente llamativa. Lorenzo no pudo evitar entrecerrar los ojos mientras sus labios ya se posaban en el cuello d
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