Capitulo 91
Ellos simplemente ignoraron la opinión de Celeste, dejándola sin palabras...

Después del desayuno, los dos salieron juntos al trabajo. Andrés ya los estaba esperando abajo del edificio. Al verlos salir, abrió respetuosamente la puerta del carro de inmediato. Lorenzo subió al vehículo, pero Celeste no. De pie junto al carro, le dijo:

—Jefe, iré a la oficina por mi cuenta.

Lorenzo, con expresión tranquila, acomodó los puños de su camisa con sus largos dedos y le respondió:

—Como gustes, pero faltan solo quince minutos para llegar tarde. Si quieres tomar el camión, date prisa. Andrés, vámonos.

Al escuchar estas palabras, a Andrés le costó trabajo contener la risa. No cerró la puerta de inmediato porque Celeste subió al carro tan hábilmente como un conejito. La empresa era estricta en este aspecto; si los empleados llegaban tarde, les descontaban cien pesos. Al ver la escena, Andrés no pudo evitar reír, cerró la puerta y se dirigió al asiento del conductor.

—Jefe, hoy tienes varias citas.
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