La iglesia de San Luca resplandece con una elegancia imponente. Sus candelabros dorados proyectan destellos cálidos sobre las paredes de mármol, mientras que los frescos antiguos observan desde lo alto a los invitados que han llegado desde todas partes de Italia y otros rincones del mundo.
Hoy es el día en que Renatto Corleone e Isabella Conte se unirán en matrimonio, y ningún líder de la ‘Ndrangheta ha querido perderse el evento.
Ella ha decido quedarse con el nombre de su nueva vida, mientras que su apellido es el de la familia que Daniel quiso exterminar, y que ahora tendrá un legado poderoso junto a Renatto.
Los bancos están repletos de los jefes de las familias más poderosas, todos vestidos con trajes de diseñador, con rostros que denotan respeto y, en algunos casos, cierta admiración por lo que Renatto ha conseguido.
Entre ellos, destaca un joven de diec
El grito de una mujer resuena en el aire, y en cuestión de segundos, la multitud se dispersa. Renatto reacciona al instante, colocando a Isabella detrás de él, sacando su arma con rapidez. La figura de Loretto, con el arma aún en la mano, se distingue entre el caos.—¡Maldita perra! —grita con furia, sus ojos desquiciados clavados en Isabella—. ¡Deberías estar muerta!La sorpresa invade a todos, las armas apuntan directamente a Loretto esperando a que Renatto dé la orden de acabarla. Sin embargo, es Isabella quien habla.—¿Y quién te dijo que no morí? Me mataste mil veces de las formas más horribles. Y renací mucho más fuerte de lo que puedes soportar.Loretto deja escapar un grito de frustración y dispara al aire otra vez.—¡Eres una maldita! Me quitaste lo que me pertenecía, pero no te vas
El eco de los disparos todavía resuena en la mente de Isabella, mientras la tensión se aferra al aire como un sudario.La boda perfecta de Renatto e Isabella ha sido manchada por la sangre, pero la pareja no es de las que permiten que una afrenta quede sin respuesta.Tras dejar a Dante descansando, Isabella avanza con paso firme, ignorando los murmullos de los invitados y la sangre fresca en su vestido. Sus tacones resuenan con autoridad mientras se dirige hacia donde han confinado a Loretto, la mujer que osó desafiarla en su propio día.Renatto la sigue de cerca, con una expresión impenetrable, pero sin interferir. Él sabe que su esposa necesita enfrentar esto por sí misma. La encuentran en el pequeño almacén dentro del establo, un lugar alejado de dónde será la recepción.Loretto está atada a una silla, su vestido manchado y su rostro marcado por la furia y la derrota. Sus ojos, aún llenos de odio, se clavan en Isabella cuando esta se deti
El viaje a Suiza es tranquilo, una transición perfecta entre la intensidad de sus vidas y la paz que tanto han buscado. En cuanto aterrizan, Renatto e Isabella son recibidos por un equipo de seguridad discretamente apostado en los alrededores de su refugio en los Alpes suizos. Pero esta vez, no hay amenazas, no hay guerras que pelear. Solo ellos dos, alejados del caos, con el tiempo necesario para ser simplemente Renatto e Isabella.El chalet donde se alojan está rodeado por una vasta extensión de montañas nevadas. Es una fortaleza de lujo, pero también un santuario. La chimenea arde en el interior, llenando el ambiente con un calor reconfortante. Isabella observa desde la ventana la blancura del paisaje, con una taza de té en las manos y llenándose de la magia que el lugar le da a su nueva vida.Renatto se acerca por detrás y desliza los brazos alrededor de su cintura, pegando su rostro contra su cuello.—¿En qué piensas? —pregunta en un murmullo.
El sol se alza sobre San Luca cuando el avión privado aterriza en la pista de la propiedad Corleone. El viaje desde Suiza ha sido largo, pero tanto Renatto como Isabella están ansiosos por regresar a casa. A través de la ventanilla, Isabella observa la extensión de tierra que marca su territorio, la misma que, a pesar de estar envuelta en peligro constante, ahora representa también estabilidad. Una sensación extraña de pertenencia la invade.Renatto le aprieta la mano con suavidad. No ha soltado su contacto desde que abordaron el avión. Le preocupa que eso pueda afectar su embarazo.—Ya estamos en casa —dice, con una sonrisa de medio lado.Isabella asiente, acomodando su abrigo sobre su vientre, que ya acusa la cercanía del parto. La noticia de su embarazo ha cambiado muchas cosas, sobre todo la forma en que Renatto la protege, casi con una devoción absoluta.Ahora no sólo se enfrenta a enemigos en la mafia, sino también a sus propios miedos
El aire en la mansión de San Luca se siente pesado, cargado de una tensión contenida. Isabella camina de un lado a otro en su habitación, sintiendo cada vez con más intensidad las punzadas en su vientre. Sabe que el momento ha llegado, pero no quiere alarmar a nadie todavía. Sin embargo, su cuerpo la traiciona cuando un dolor más fuerte la hace doblarse ligeramente y soltar un jadeo involuntario.Renatto, que está en la habitación junto a ella inmerso en algunos reportes, se gira de inmediato, sus ojos oscuros reflejan preocupación.—Isabella… —se acerca en cuestión de segundos, sosteniéndola por la cintura—. ¿Estás bien?Ella cierra los ojos por un instante, intentando regular su respiración.—Creo que nuestra hija está lista para conocer el mundo —susurra con una leve sonrisa, pero su expresión se contrae de inmediato cuando otra contracción la golpea.Renatto no pierde el tiempo. Sin soltarla, saca su teléfono y llama al médico que
El amanecer en la mansión de San Luca trae consigo una calma que ha sido extrañamente inusual en sus vidas. La brisa fresca de la mañana entra por los ventanales abiertos, acariciando suavemente los rostros de quienes han pasado la noche en vela.Isabella duerme profundamente en la enorme cama matrimonial, con su pequeña hija en brazos, envuelta en una suave manta blanca. Su expresión es de absoluta paz, un reflejo del alivio y felicidad que siente después de haber dado a luz.Renatto está sentado en un sillón cerca de la cama, observándolas en silencio. Sus ojos, normalmente llenos de dureza y calculo, ahora reflejan algo completamente distinto: ternura, devoción y una emoción que pocas veces se permite sentir.Sostiene un vaso con un poco de whisky, aunque no lo ha probado. No quiere perder ni un solo instante de esa imagen, de esa perfección que se ha instalado en su vida de la forma más inesperada.La celebración por el nacimiento de la nueva heredera de la familia Corleone se ext
La mansión Corleone en San Luca está más viva que nunca. La luz de la mañana se filtra por los amplios ventanales, iluminando el mármol pulido y los lujosos pasillos llenos de historia.Renatto camina con paso firme, su presencia imponente impregnando cada rincón. Los hombres de confianza lo rodean, entregándole informes y asegurándole que su dominio sigue intacto.—El respeto hacia usted nunca ha sido tan fuerte, Renatto —dice uno de los capos, con una leve inclinación de cabeza—. Sus enemigos han aprendido la lección. Nadie se atreverá a desafiarlo nuevamente.Renatto asiente con gravedad. Ha derramado sangre para llegar hasta aquí, ha enterrado su pasado bajo montañas de cadáveres, y ahora su poder es indiscutible. Pero mientras escucha los reportes, su mente no está en las estrategias ni en los negocios. Su mundo ha cambiado. Ya no solo lucha por un imperio, sino por algo mucho más valioso: su familia.Después de finalizar la reunión, Re
El bautizo de Elena se vuelve el acontecimiento del año. Con tres meses de edad, la pequeña se robó las miradas de ternura de los hombres más rudos y poderosos de Italia. Gerardo Bernardini, el elegido como padrino de la princesa Corleone, se tuvo que pelear con Dante para lograr tomarla entre sus brazos, porque se tomó muy en serio lo de ser su protector.Luego de la ceremonia en la iglesia, la que se hizo con la máxima seguridad posible, todos llegaron a la mansión Corleone para el festejo. Carreras de caballos, manos de póker y tiro al blanco fueron parte de las actividades para honrar a la pequeña.—Al menos ellos tendrán un buen recuerdo de este día —señaló Isabella a su esposo—. ¿Por qué no les demuestras que tienes mejor puntería que ellos, amor? En honor a la princesa de la casa.Y lo hizo, pero Dante nuevamente le dio la batalla, aludiendo que, si no era capaz de vencerlo a él, cómo se supone que sería un buen protector.—Tranquilo,