NARRADOR OMNISCIENTELos ruidos de las personas al hablar, de los autos acelerando sus motores, comenzaban a ponerlo de mal humor, incluso estaba molesto con su propia sombra, aún tenía en las manos pequeñas manchas de sangre, su sangre, la misma que corría por las venas, no sentía remordimiento, tampoco dolor, pero ahora mismo estaba consciente de que solo tenía un enemigo, y no era precisamente la mafia italiana, no, sino, la rusa. Estaba asqueado, hastiado, necesitaba volver de nuevo a su escondite, lo que solo lo hacía enfadar más y más con el paso de los segundos, todavía no se había emitido en Italia la orden de su captura, mucho menos un aviso de que él había matado al Capo di tuti capi. No se anunciaba nada y eso era porque quien estaba al frente ahora, era uno de sus mejores amigos, y por supuesto, él le creía, él estaba dispuesto a demostrar su inocencia. ¿En verdad lo era? No, no era inocente, la sangre que estaba en sus manos había sido derramada porque él así lo quiso,
MÍA—Querida, reacciona. La voz que parecía un eco de Bill, me saca de mi ensimismamiento, reconozco que mi relación con mi papá estaba fracturada desde que me rebelé y me marché, cuando creía estar enamorada de Lance, pero esto, es diferente. —Mía —me llama Basil y lo ignoro. Son demasiadas cosas por procesar. Ahora mismo no tengo tiempo para lidiar con el padre de mi hijo. En especial, porque sigo sin creerme que mi padre esté muerto y lo que es peor, que nunca me haya hablado de mi supuesto hermano mayor, no, debe haber un error aquí y lo tengo que averiguar. —Parece ser que alguien ha envenenado a Lucian Bennett, eso no es todo, Italia necesita un líder —la voz de Viktoria rompe el ambiente—. Pero primero quieren a su princesa italiana de vuelta. —¿No es peligroso? Hasta donde tengo entendido, la relación entre Lucian y su hija no era muy buena estos últimos meses —añade Bill con una expresión seria que no hace más que ponerme los pelos de punta. Viktoria le lanza una mirada
MÍAObservo con atención cómo el médico atiende a Portia, quien ha despertado hace dos horas, con lágrimas en los ojos, exudando rabia fingida. Basil permanece a su lado, tenso, sin mirarme, lo odio en estos precisos momentos porque debería estar a mi lado, no en el de ella. Viktoria mira con detalle la escena y veo la frustración y la confusión en su mirada, cuando enfoca a su hijo, mientras que Bill, es quien se sienta a mi lado como muestra de apoyo, ambos sabemos que de aquí, es el único en el que puedo confiar. —La señorita Romanova parece estar bien, tiene una pequeña contusión en la cabeza, nada grave, moretones y golpes en el cuerpo debido a la caída, nada que no desaparezca en unas semanas —habla el mismo médico que la atendió en el hospital—. En cuanto a su condición… Enfurezco. —¿Condición? ¡Ella puede caminar! —exclamo alterada. Lo que hace crispar a Basil y deja mudos a todos. —¡Mentira! Sé que cometí un error por celos, al haberte llevado al Diamant, pero joder, es
MÍABill me lleva hasta una de las estancias dentro de la fortaleza Sokolov, aún no me repongo de la impresión que me suscitó ver el nombre de Emma en su móvil, ya tenía claro que Bill la había ayudado, lo que me lleva a recordar las palabras que me dijo ella la primera vez que se fue. —Tú eras el contacto al que Emma me pidió llamar, en caso de que me sucediera algo —apunto, admirando los enormes estantes de libros que cubren las paredes. —Sí, la conocí hace ocho años por medio de Basil, digamos que nos llevamos bien desde entonces —comenta en tono serio—. He ayudado a esconderla todo este tiempo, hasta que se marchó, supongo que creyó que al venir a Rusia, significaba un peligro para ella por el asunto de Donovan Stillv. Asiento lento. —Realmente no sé en dónde se encuentra ahora mismo.—¿Cómo es que un hombre que no está metido en la mafia, tiene esta clase de poder? —pregunto expectante. Esboza una sonrisa. —Eso no te lo puedo decir, pero confórmate con saber que también ten
MÍA—Emma —repito sin poder creerme que ella esté aquí, es decir, parece tan irreal y al mismo tiempo la desconfianza nace en mi interior. Sus enormes ojos me sonríen, luego se enfocan en Ludo y su mirada se ensombrece. —¿Qué ha pasado? —le pregunta en tono serio.—No fue fácil deshacernos de los hombres de Basil. Ella hace una mueca. —¿Estás seguro de que nadie los ha seguido? —Sí. Ella suelta un suspiro lleno de cansancio. —Vale, está bien por ahora. Miro a los dos de hito en hito. —¿Me pueden decir qué es todo esto? Vine a Italia para ver el cuerpo de mi padre, para saber si en verdad está muerto, y porque… —Lo está —es Ludo quien me interrumpe—. Lucian Bennett está muerto, lo han envenenado, aún no se sabe quién, tienen un nombre, estoy segura de que en Rusia te han informado, pero eso no es real, estamos investigando quién es realmente el asesino. —Aunque ya tenemos una sospecha —murmura Emma—. No puedo creer que Basil te haya dejado venir sola, sabiendo todo lo que es
BASILEn cuanto llega Bill, lo detengo, es mi padre, pero sé muy bien cuando alguien esconde más cosas de las que demuestra, y el hecho de que pese a todo, no se haya marchado de Rusia, un sitio al que repudia tanto como odia a Dimitri, es sospechoso, no solo eso, ayudó a Mía a escaparse de mis manos. No tuve más opción que dejarla marchar, porque la amo, no quiero que le hagan daño, mucho menos, yo, ella tiene razón, una parte de mí intenta salvar el cuello de Portia, pero no por las razones que ambas piensan, sino, por el pasado, porque yo a esa puta arpía, no la amo ni la deseo. —Pareces demasiado molesto, hijo —mi padre rompe el silencio. Le miro mal. —¿Es porque Mía ya no quiere estar contigo? —Ella no sabe lo que quiere en estos momentos, mucho menos si todo el mundo le anda metiendo en la cabeza, ideas que no son —espeto con firmeza—. Pero eso no es por lo que te traje aquí. Mi padre sigue teniendo la misma cara de Póker de toda la vida, es tan ilegible como yo. Mi pareci
MÍAMe congelo al instante en el que Ender Bennett, quien tiene que ser mi hermano mayor, se pone de pie delante de mí, es tan alto, intimidante y se parece tanto a mí, que me sorprendo al ver que es como estar frente a frente con una versión masculina de mi parte. —Mía —repite en un tono más suave. Una cosa es todo lo que me dijeron, pero otra muy distinta, el estar delante de él, por instinto, coloco la palma de mi mano sobre mii vientre, como si eso sirviera de algo, como si eso me ayudara a protegerme a mí y a mi bebé. —Me parece que tienen mucho de que hablar —rompe el silencio Emma. La volteo a ver con miedo, pero ella me sonríe. —Tranquila, no nos vamos, estaremos arriba, así preparo tu habitación, no te hará daño —su mirada se ensombrece—. Pero antes de sacar cualquier conclusión, me parece que tienes que escucharlo. Emma no me dejaría en manos de alguien que pudiera hacerme daño, por lo que tomo una bocanada de aire y asiento sin tener más opción, Ángelo nos echa un últ
EMMA—Deja de pensar tanto. La voz de Ángelo me saca de mis pensamientos, tengo muchas dudas aun sobre Ender, pero sin duda, creo que mi cabeza no ha estado últimamente aquí, tengo dos problemas, dos opciones, una es que puede desaparecer como hasta ahora lo había hecho y hacerme cargo de mi hijo sola, o quedarme en Italia y tener una nueva oportunidad, criando sola a mi bebé. La primera es mejor, porque sé que si me quedo en Italia, lo más probable es que Donovan sepa de mí y de mi hijo, pero al mismo tiempo Ender me protegería, y eso es mejor que estar escondiéndome, lo cual resulta ya tedioso.—Sabes lo que está en juego —susurro. Ángelo coloca una mano sobre mis hombros. —Lo mismo que sabes que no pienso dejarte sola en esto —argumenta—. Emma… —Ya hemos hablado de esto, Ángelo, y la respuesta sigue siendo un no. —Entiendo tus razones, pero yo podría hacerme responsable de ese niño, o niña, lo amaría como si fuera mío, y… Volteo a verlo, estos días ha estado muy insufrible y