En la entrada del comedor había unos cinco cocineros, cada uno con una sonrisa en la cara y expresiones burlonas.

"¡Tos!". Adina casi se ahoga con su propia saliva.

Eso significaba que todos los sirvientes de la mansión sabían de las ‘actividades’ nocturnas de Duke y ella…

Mabel se acercó a Adina con una sonrisa y le dijo: "Te levantaste temprano, Adina. Come un poco de estofado de pollo con azafrán. Es nutritivo para las mujeres y...".

"G-gracias, Señora Winters".

Adina bajó la cabeza y se bebió su estofado, no se atrevía siquiera a mirar a la gente que la rodeaba.

Esta mañana era la más vergonzosa que sufrió en sus veintitrés años de vida. Quería enterrarse en un agujero.

Se sentía muy frustrada al pensar que Duke seguía durmiendo plácidamente.

Pero en ese preciso momento, un ensayado: "Buenos días, Señor Duke", resonó en el comedor al unísono.

Adina se giró inconscientemente para ver a Duke entrar en el comedor usando un traje plateado.

¿Quién podría imaginar la ternur