Adina le revolvió el pelo. “Ven, busquemos a Mel juntos”.

Ella ya había mostrado su rostro en el banquete, así que no era necesario que siguiera perdiendo el tiempo hablando con personas que tenían motivos ocultos para acercarse a ella. Era mejor pasar más tiempo con sus hijos.

Adina tomó la mano de Alden y fue a la sala de espera del piso de arriba.

La Señora Xavier era vieja y no le gustaba asistir a los banquetes. En lugar de bajar, pasó la noche cuidando a Melody en la sala de espera.

Morganna y Maple no querían ver a Adina brillar llevándose toda la atención, así que se quedaron en la sala de espera y hablaron con la Señora Xavier.

Melody se sentó en el balcón y leyó un libro. Era rubia y su piel blanca como la leche capturó la atención de todos.

Sus largas pestañas eran como un grueso abanico que proyectaba una tenue sombra sobre su piel de porcelana.

Cuando se sentaba sola, brillaba tan intensamente como las estrellas infantiles de las películas.

Cuando creciera, definit