Después de que Ninian y Everett terminaron de comer, ella tomó una siesta en su salón por un rato.

Everett estaba trabajando, sentado a un lado, mientras ella yacía en su cama individual. Cuando olió la familiar fragancia fría en su manta, no pudo evitar sonrojarse.

Él parecía no darse cuenta. Estaba escribiendo seriamente en su teclado y sentado tranquilamente.

La luz de la pantalla del portátil le dio en la cara. Era frío y blanco como una piedra jade e indiferente como el hielo en la montaña, por lo que la gente no se atrevía a mirarlo.

Como si sintiera la mirada de Ninian, miró y levantó las cejas.

—¿Qué pasa? ¿No puedes dormir? preguntó.

Ninian negó con la cabeza y se rio en secreto.

Se dio cuenta de que cada vez que Everett la miraba, inmediatamente se ponía tierno.

Ella no pudo evitar reírse al darse cuenta.

Esta vez, Everett no pudo seguir trabajando. Dejó su computadora portátil, se dio la vuelta y la miró con una mirada burlona.

—¿Por qué? ¿Quieres que t