Capítulo 59
"Qué... ¿Qué te hizo cambiar de opinión...?", consiguió preguntar entre gemidos.

Arrastré mis dientes suavemente por su cuello. "Alguien con el pelo oscuro como la medianoche, los ojos azules como el cielo de la mañana... y que parece un sueño cuando me la follo hasta que ya no puede hablar...". Volví a meterme en ella, saboreando el grito ahogado que soltó. "Justo así...".

Con un suave jadeo, me acercó de nuevo a su cara y volvió a unir nuestros labios con fervor, atrayéndome como si fuera oxígeno. No me importó lo más mínimo, envolviéndome alrededor de su cuerpo hasta que fue imposible decir dónde acababa uno y empezaba el otro.

En unos instantes, volvimos a perdernos en nuestros cuerpos, retorciéndonos, gimiendo y empapados de sudor. Si por mí fuera, me habría quedado así con ella para siempre.

Sin embargo, en algún momento después de nuestra tercera ronda, nos quedamos dormidos. Y fue un sueño maravilloso.

Maeve era mía... y yo no podía esperar a hacerlo oficial.

"¿No podemos
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