¿Te arrepientes?

—¡Paolo me obligó a hacerlo, mi amor! ¡Lo juro, no pude rechazarlo!

Él permaneció impasible.

—Deberías haberte esforzado más

Amelia observó cómo se instalaba la histeria cuando Alda se dio cuenta de que su destino estaba sellado. Las lágrimas corrían por las mejillas de la mujer mayor.

Ella comenzó a llorar

—No, no, no, ¡soy demasiado bonita para ir a la cárcel!— comenzo a llorar

—Entonces, no debiste disparar a mi esposa con esa pequeña pistola tuya, no debiste cruzarte conmigo hoy, y no debiste haber elegido a tu hermano en lugar de tu capo. Las acciones tienen consecuencias.

La mirada de Salvatore permaneció en Alda, sus palabras también estaban dirigidas a ella, pero sintió que él también estaba hablando indirectamente a los otros espectadores. En este caso, sinti&oa

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