Nueva York

Esa misma noche, como había prometido Salvatore, se le reservó un boleto de avión de ida y vuelta en primera clase desde Palermo a la ciudad de Nueva York. Su viaje duraría poco más de una semana. Necesitó diez días para organizar otro funeral y ocuparse de los asuntos finales de su padre.

Ella estaría volando en seis horas.

En la cuenta regresiva previa a su vuelo, Salvatore se volvió más callado y comedido de lo habitual. No se apartó de su lado. En todo caso, parecía que no podía acercarse lo suficiente a ella. Su comportamiento parecía provenir de su estado de ánimo ansioso y agitado. Siguió alcanzándola, una y otra vez, más de lo habitual. En cada oportunidad, le pasaba los dedos por el pelo, le acariciaba el cuello con la nariz o colocaba la palma de la mano suavemente en la parte baja de la espalda como si le ofreciera consuelo mientras b

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