¿No estabas muerta?

En medio del bullicio y la confusión, había algo mágico en estar de vuelta en Nueva York. Las imágenes, los sonidos y los olores de la ciudad llevaron la llevaron a una época en la que no era la Sra. Benelli. La arena, el grunge y el glamour de todo eso llenaron su profunda sensación de familiaridad. Este regreso a sus viejos terrenos la hizo sentirse casi como la Dra. Ross de nuevo.

Casi.

El funeral tuvo lugar en su quinto día en Nueva York. El servicio se llevó a cabo en una pequeña iglesia católica cerca de Greenwich Village. Ella y sus guardaespaldas fueron los únicos presentes. Mauro e Ignazio se habían quedado en Sicilia para ayudar a Salvatore.

Hacia el final del servicio, para gran sorpresa de ella, apareció un invitado más.

Una mujer mayor vestida de negro entró en la capilla. Llevaba un par de gafas de sol de gran tamaño. Su cabello castaño negruzco tenía mechas blancas y plateadas. Amelia supuso que el recién llegado podría haber entrado po

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