Era demasiado para que su mente lo asimilara.

El tiempo se arrastró hasta altas horas de la madrugada. Mark llevó a Shelly a un hotel perteneciente a la Empresa Tremont para su alojamiento.

"Aquí es donde te quedarás por hoy. Mañana, haré que Brian mueva tus cosas", dijo antes de irse. "Haré los arreglos para el alojamiento con la esperanza de que... nunca más te entrometas en mi vida. La verdad es que nunca quise que aparecieras".

Shelly abrió la boca, pero cualquier cosa que quisiera decir nunca llegó. Todo lo que le quedaba a su respuesta eran las lágrimas que se negaban a dejar de correr por sus mejillas.

Mark regresó al Chalet de Tremont. Sin embargo, en lugar de entrar a su dormitorio, se retiró directamente a su estudio.

La casa estaba en silencio y ninguno de los movimientos de Mark la rompió. Abandonó la idea de encender las luces, pero se hundió en su silla, extendiendo sus largas y delgadas piernas mientras dejaba caer los brazos cansinamente a cada lado. En este momen