“Está bien…”. Melanie respondió, demasiado asustada para mirar a Don Smith a los ojos.

Alejandro esperó a que Melanie se fuera antes de preguntar: "¿De qué querías hablar?".

Don Smith tenía una mirada tranquila en su rostro. "No eres mi Ale. ¿Dónde está Ale?”.

Alejandro sonrió. “¿Y si te dijera que ustedes, los Smith, han perdido a su único heredero? ¿Morirías de un ataque al corazón ahora mismo? Él murió en ese hospital de Nafaeth. Deberías saber que yo también estuve allí. Murió a mi lado… Me pidió que viviera por él, en su lugar. Para hacer todo lo que él nunca podría hacer".

"¡Suficiente!". Don Smith gruñó de repente. "¡Todo es mi culpa! Debí haberle mostrado más preocupación. No debí haberme peleado con él y haberlo enviado hasta Nafaeth. No debí haberle dado a nadie la oportunidad de hacerle daño... Todo es culpa mía...".

Alejandro ignoró al anciano y se ocupó de sus propios asuntos mirando por la ventana. Don Smith volvió a calmarse de repente. “Independientemente de la sit