Capítulo318
No importa cuánto suplique Elena, Sombra no cede. Finalmente, incluso la aparta de un empujón.

—¡Gente, atadla para mí!— ordena Sombra hacia la puerta. Sin embargo, después de un rato, nadie entra.

Sombra frunce el ceño, lleno de perplejidad, y va personalmente a la puerta para abrirla:

—Les dije que entraran a atar a la persona, ¿no pueden oír?

Antes de que termine de hablar, se encuentra con una mirada profunda e inesperada. El hombre tiene una presencia dominante, que sin decir una palabra, ejerce una opresión invisible.

—Señor Ramírez, ¿cómo has llegado aquí?

Juan no responde a sus palabras, da un paso largo y entra directamente. Cuando Elena ve a Juan en ese momento, es como si agarrara un salvavidas. Se apresura hacia él:

—Juan, ¿has venido? ¡Rápido, sálvame, sálvame!

Juan detiene sus pasos. Mirándola desde arriba, no muestra ni un ápice de compasión, solo disgusto.

—Señor Ramírez, ¿no viniste aquí por ella?— resuena la voz de Sombra, y en la cara de Elena aparece un
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