Día Domingo. Verónika observaba a Sídney jugar en su habitación, mientras una preocupación se apoderaba de su mente. Sabía que su hija tenía un corazón tierno y se apegaba fácilmente a las personas, y eso la inquietaba cuando había estado mencionado a Sebastian cuantiosas veces. Le preguntó por él, el día anterior, y ese día en la mañana.Decidió abordar el tema de manera delicada, para entender mejor los sentimientos de Sídney. Se sentaron juntas en el sofá, y Verónika acarició con ternura el cabello de su hija antes de comenzar la conversación.—Sídney, cielito, quiero hablar contigo sobre Sebastian —comenzó Verónika con voz suave —. Me he dado cuenta de que preguntas mucho por Sebastian. Los ojos brillantes de Sídney se iluminaron aún más al escuchar a su madre mencionar a Sebastian. Una sonrisa inocente apareció en su rostro mientras asentía emocionada.—Sí, mamá, ¡Sebastian es muy divertido! Me gusta mucho estar con él —exclamó Sídney con entusiasmo—. También le gustan los uni
—No puedo evitar sentirme culpable por haber caído en las mentiras de Coral. ¿Cómo pude ser tan ingenuo? — habló Sebastián, con voz cargada de autoreproche.Ashton le brindó una mirada empática. —Sebastian, no te culpes a ti mismo. Coral fue muy hábil en su manipulación. Lo importante ahora es que pagará ella y su novio por esto. Las palabras de Ashton resonaron en Sebastian, quien reflexionó mientras daba otro sorbo a su bebida.—Sí, tienes razón. Gracias por la invitación, me hacía falta hacer esto. Debería hacerlo a menudo. —Siempre te digo, pero estás demasiado ocupado en tus asuntos. Yo, que tengo un itinerario igual de apretado que el tuyo, también me tomo un tiempo para pasarla bien. Él solo asintió. Ya era la quinta copa y empezaba a sentirse aturdido por la ingesta de alcohol. —Asthon, ¿verdad que Verónika es una mujer hermosa? El abogado contuvo las ganas de reírse, lo decía de forma repentina. No comprendía. —Sí, lo es. —Sí, Verónika es hermosa. ¿No te parece? —insi
Sebastian despertó con una resaca punzante, su cabeza parecía estar en guerra con su cuerpo. Mientras se levantaba lentamente de la cama, su mente comenzó a recordar los eventos de la noche anterior. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar sus palabras a Ashton.Sebastian se sentó en el borde de la cama, mirando fijamente a la nada mientras reflexionaba sobre sus sentimientos por Verónika. ¿Cómo había llegado a este punto? Durante mucho tiempo, había prometido no enamorarse de nadie, ahora sentía algo por Verónika. Pero algo había cambiado en él. Una chispa había surgido y se había convertido en un fuego ardiente dentro de su corazón. No podía negarlo más. Sus sentimientos por Verónika eran reales y profundos.La vergüenza se apoderó de él al recordar cómo había confesado todo a Ashton en medio de su ebriedad. ¿Qué pensaría Ashton ahora? ¿se burlaría por eso? Sebastian no podía soportar la idea de ser el hazmerreir por ello. Después de unos minutos sumido en sus pensamientos,
—Que sea sencillo y discreto —intervino Verónika, y Sebastián alzó una ceja en su dirección, mirándola en desacuerdo.—¿Sencillo de verdad? —ella asintió con seriedad y Sebastián aceptó—. Está bien, que sea sencillo pero con un alto valor.La mujer asintió con la cabeza y se retiró en busca del anillo.—No creo que sea necesario...—Sí, lo es. Dará más credibilidad a la relación —dijo Sebastián.—Aun así, ¿era necesario venir a una joyería tan... costosa? —comentó Verónika, sorprendida por los precios en las vitrinas.—Puedo permitírmelo, además no podía comprar cualquier anillo. Mi madre me conoce perfectamente y sabe que nunca usaría una imitación barata —dijo Sebastián mientras sacaba el teléfono móvil del bolsillo y se sumergía en la pantalla.La mención de su madre hizo que Verónika se sintiera culpable por toda esa farsa que estaban fingiendo. Se preocupó al darse cuenta de que lo que estaban haciendo no era correcto, pero aun así había aceptado mentir descaradamente.—Mamá, mir
El corazón de Verónika latía con fuerza mientras observaba a Arthur acercarse. No podía evitar sentir un nudo en la garganta al recordar todo lo que habían pasado juntos. A pesar del tiempo que había pasado, su presencia seguía generando una tensión incómoda.Sebastian, por su parte, intentaba mantener una actitud calmada y serena, aunque en su interior sentía cierta incomodidad al encontrarse con el ex de Verónika. Más allá de que ya comenzaba a sentir algo por ella, había molestia de encontrar a su competidor. —Arthur —saludó Verónika forzada. —Hola, Verónika —respondió él con una expresión de sorpresa en el rostro al verla acompañada de Sebastián.La tensión en el ambiente era palpable mientras los tres intercambiaban miradas incómodas.—Sídney deberíamos irnos, ven —expresó dándole la mano, pero la niña negó con la cabeza, no quería marcharse. —Volvemos a vernos, no preguntaré como te ha ido, creo tener una idea, eh —expresó Sebastián extendiendo la mano hacia Arthur, quien la
Vanessa se encontraba sumida en un mar de emociones contradictorias. El peso de la culpa comenzaba a hacer mella en su conciencia mientras el embarazo avanzaba. A pesar de su furia inicial y su deseo de venganza, ahora se encontraba enfrentando la realidad de llevar en su vientre al hijo de ArthurAquella mañana, Vanessa decidió llamar a Arthur para que la acompañara a la cita médica. Necesitaba compartir ese momento con él y esperaba que su presencia pudiera calmar sus pensamientos turbios. Sin embargo, la respuesta fría y distante del hombre le dejó un nudo en el estómago.—No puedo, estoy ocupado en el trabajo.Arthur no podía acompañarla, dejándola nuevamente sola frente a la situación. A pesar de sentirse decepcionada y abandonada, Vanessa decidió seguir adelante y asistir a la cita médica por sí misma.—Bien, espero sí puedas la próxima vez —soltó ella con voz calmada.Sin embargo, en su interior deseó insultarlo. Tras finalizar la llamada, Vanessa lanzó con fuerza su teléfono
Ella se regañó a sí misma porque sabía que no debía ponerse de esa manera, no había razón para sentirse celosa, pero por dentro había algo encendido y no podía controlar el fuego. Ya la esbelta rubia se había marchado de la oficina, aún así no dejaba de pensar en eso. Suspiró, la mujer, ya se estaba hastiando de estar así. Maritza cada cierto tiempo pasaba por allí y se le quedaba mirando a Verónika, negaba con la cabeza, mientras una sonrisa aparecía en su rostro, le parecía un poco divertido que ella estuviera celosa, no se imaginaba cómo sería una vez estuviera casada con él. ¡Pobre de su jefe! —Verónika, te está llamado Sebastian.—¿A mí? No escuché —se encogió de hombros. —Sí, ve a su oficina. —Vale, ando distraída —batió la cabeza. Maritza sonrió. Al poco tiempo Verónika se encontraba de pie frente a la imponente figura de Sebastian en su amplia y lujosa oficina. Su sola presencia era suficiente para hacer que su corazón se acelerara y sus manos se volvieran sudorosas. A
Mientras el motor del deportivo rugía, Verónika no podía evitar preguntarse a dónde la estaba llevando Sebastian. ¿Sería un lugar desconocido? ¿Algo respecto al acuerdo? La curiosidad la consumía mientras él permanecía en silencio, concentrado en la carretera.Desde hace rato estaba conteniendo para no preguntar. Aunque, pensándolo bien, no tenía nada de malo inquirir. —Sebastian...Apenas se giró un poco y la miró. —¿Sucede algo? —¿A dónde vamos? —Ya verás —se limitó a decir. Ella aprovechó de admirar su perfil, el hombre tenía unos rasgos masculinos marcados, ese atractivo que la envolvía en un mar de emociones, sí, esas sensaciones recónditas que volvían a escalar dentro de ella y creyó no volver a sentir. Pero caía estrepitosamente en la idea de que todo era una farsa, así que... ¿por qué sentirse así? La tensión y la atracción entre ellos eran palpables, haciendo que cada minuto juntos fuera una montaña rusa de emociones para Verónika. A medida que avanzaban por la autopis