Pronto llegó el momento de salir del trabajo. Yana miró por la ventana. Las nubes oscuras estaban entrando por las ventanas sin cortinas. Aún no había llovido, pero no sabía cuándo podría hacerlo.

Tal vez no se mojaría si se fuera ahora, pero todavía tenía un documento que no había preparado, lo cual era bastante problemático. No sabía cómo haría el tiempo cuando lo terminara.

Aunque estaba preocupada, aún quedaban cosas por hacer. Yana se puso la chaqueta del traje y tecleó más rápido. Cuando casi todos se habían ido, envió los documentos al buzón de un abogado.

Se estiró, se puso de pie y descubrió que no había nadie en la oficina, excepto Daisy.

Pensó un rato y luego preguntó: “Daisy, ¿aún no te vas?”.

Daisy dijo sin levantar la cabeza: “Mi esposo me recogerá más tarde, por favor váyase rápido, de lo contrario pronto lloverá mucho.”

¿Ha empezado a llover? Yana miró por la ventana francesa. De hecho, estaba lloviendo mucho. Cogió su mochila, sacó un paraguas, caminó hacia la ventan