Nicole suspiró aliviada cuando se dio cuenta de que era el falso nativo.

La lluvia torrencial sumió la noche en un frío abismo.

Las hojas que los rodeaban crujían ruidosamente al quedar empapadas por el aguacero. Acompañado por las olas del mar y el viento que aullaba, el lugar era casi fantasmal y angustiante.

Nicole estaba empapada hasta los huesos y temblaba de frío. El frío parecía penetrar hasta su médula.

Acababa de detenerse para respirar cuando de repente escuchó la ráfaga de pasos pesados que los alcanzaban por detrás. Era extraordinariamente claro en la oscuridad.

Nicole y el falso nativo intercambiaron una mirada. Luego continuaron corriendo sin dudarlo.

La fría lluvia le golpeaba la cara como un cuchillo afilado…

Al cabo de unos minutos, ella sentía que su corazón estaba a punto de saltar, y sus piernas dejaron de escuchar a su cerebro. El entorno era oscuro, y además de la lluvia, era imposible ver algo.

El suelo estaba lleno de ramas y hojas, pero solo podían segu