La puerta no estaba cerrada.

Lumi estaba sentada en una mecedora en el balcón, sosteniendo su osito de peluche favorito que era la mitad de su altura, con su computadora portátil y teléfono en la mesa junto a ella.

La pantalla de la computadora mostraba un gráfico altísimo del mercado de valores.

Kirsi hizo una pausa. Sabía sobre el hábito de Lumi.

Cuando Lumi estaba de mal humor, le gustaba mirar el mercado de valores porque al menos, todavía tenía dinero fluyendo.

También era una coincidencia que cada vez que Lumi estaba de mal humor, el mercado de valores se disparaba.

Pero ahora, la persona que la puso de mal humor fue su querida hermana.

Kirsi reprimió su corazón pesado y se acercó paso a paso.

Lumi inclinó ligeramente la cabeza y la vio.

"¿No necesitas filmar hoy?".

Su tono era tranquilo, como si nada importante hubiera pasado.

Kirsi hizo una pausa y respondió: “Pedí permiso. Quería venir ayer, pero no pude irme porque esa escena no estaba completa…”.

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