Eryx DeCostello

Londres

Estábamos a dos días de volver a New York, yo contaba las horas para ver a mi guapa y hermosa morena, quería ver a mi Ava, ella era tan indispensable para mí como el aire que respiraba. Estaba con Amanda, su madre, viendo lo de unos trámites con un veterinario. Nos llevaríamos a Whisky quién sería nuestro padrino de anillos de Ava y mío, pues su madre me dijo que a Ava le hará mucha ilusión ver a su mascota presente en nuestra boda.

–Eryx, espero que a Whisky no le vaya a hacer daño el vuelo hasta allá – Amanda estaba preocupada – No soportaría que mi perro muriera.

–No pasará nada, señora Janssen – La calmó el veterinario – Su perrito, es hermoso y sano. Está en optimas condiciones para viajar. Les sellaré de inmediato el permiso.

–Claro que sí, muchas gracias – Respondimos Amanda y yo.

Tomé a Amanda de las manos y la abracé, mi suegra se preocupaba mucho por su mascota. Pero debía de saber que en nuestro avión privado Whisky, sería tratado a cuerpo de rey. Po