Reese frunció los labios al leer la nota del ramo que le envió al trabajo. Las flores eran de Sean y el mensaje decía: [No puedo creer que estés tan ocupada. ¿Y qué hay de mi terapia? :-( Te extraño, Reese. Espero que vengas con Shauna este fin de semana a la mansión. Tendré una habitación de invitados preparada para ustedes. Tengo algo importante que hablar contigo]. ‘¿De qué quiere hablar conmigo?’. Se preguntó en silencio mientras permanecía parada junto a la zona de recepción del hospital. Pasaron semanas desde que Reese decidió centrarse en el trabajo. Evitó acompañar a Shauna en su tiempo con Sean, manteniéndose ocupada. Como Shauna tenía un chofer que la llevaba a la escuela y Sean prácticamente las mantenía, Reese decidió aceptar un trabajo fijo en el hospital de niños mientras seguía aceptando pacientes privados. Fue el viernes pasado cuando Reese vio a Sean por última vez. Él vino al apartamento a buscar a Shauna para quedarse el fin de semana. En los días siguient
"No puedo, y no debería pasar la noche en tu casa, Sean", dijo Reese con calma. "Pasa tiempo con Shauna y tráela de vuelta el domingo por la noche". "Quiero que vengas con nosotros. Te extraño demasiado, Reese", le pidió Sean. "Hablemos en casa". Durante varios minutos, los dos discutieron delante del coche de Sean. Bajaron la voz e intentaron poner expresiones faciales falsas para ocultarle a su hija su tema de conversación. Sin embargo, Shauna se dio cuenta de que algo pasaba y le preguntó: "¿Mami? ¿Por qué no quieres venir con nosotros? ¿Ya no me quieres? Se supone que somos una familia. ¿No fuiste la última vez y ahora no quieres ir tampoco?". Shauna empezó a llorar. Reese se dio cuenta de que, en su esfuerzo por evitar a Sean, su hija empezó a cuestionar la familia que tenía. Reese abrazó a Shauna y le dijo: "Lo siento, cariño. Lo siento. Te amo. Te amo tanto". Le dio un beso en la mejilla y le dijo: "Sí iré con ustedes, ¿está bien?". "¿Y jugaremos juntos como antes? ¿Tú
"¿Reese?", Sean dijo su nombre, sosteniendo su mano con fuerza. "Contéstame". Reese parpadeó repetidamente mientras lo miraba. No podía responder porque cada palabra de él la hacía feliz. Sean le preguntó: "¿Me escuchaste? Déjame demostrarte mis sentimientos". Antes de que ella pudiera asimilar sus palabras, sus labios estaban sobre los de ella, y su mano descansaba detrás de su cuello, acercándola más a él. Sean la estaba besando. La rozó repetidamente con los labios antes de morderle el labio inferior. Ella gimió involuntariamente contra sus labios y su mano se apoyó sobre su pecho, por lo que ella pudo sentir su corazón latiendo con fuerza. "Reese", Sean se separó y le preguntó: "Dime que me quieres de la misma manera". Ella seguía sin aliento, completamente aturdida. Su rostro se sonrojó al mirar a Sean. Su mano se aferró a su camisa y, como respuesta, tiró de él para besarlo nuevamente. Por el rabillo del ojo, vio que los labios de Sean se curvaban hacia arrib
Una cosa era evidente para Reese. Sean la deseaba en el pasado y Brooklyn se aprovechó de eso. Las palabras de Claudia ya la convencieron de que Sean la quería profundamente, pero ahora, la confesión de Brooklyn la hizo darse cuenta del peso de lo que Sean pudo haber sentido por ella en aquel entonces. Aunque le dolía pensar en Sean haciendo el amor con otra mujer, la revelación también aumentó la confianza de Reese. En esa historia, Sean la llamaba a ella y no a Brooklyn. Tenía tantas dudas en la cabeza, pero en resumidas cuentas, reconocía que si le hubiera dicho a Sean lo que sentía por él años atrás, podrían haber estado juntos antes. Las palabras resonaban en la cabeza de Reese. Brooklyn tuvo el mejor sexo de su vida mientras Sean pensaba en ella. ¿Acaso no era injusto? Así pues, después de que Sean la persiguiera desde la firma de abogados, ella se subió a su coche y le ordenó: "Reserva una habitación en el Hotel Diamante. Tenemos que arreglar las cosas en privado". No d
"Cada mañana que me despierto a tu lado es como despertarme en el paraíso", dijo Sean mientras jalaba a Reese contra su pecho y bajaba la mano hacia los muslos de ella. Una carcajada se escapó de los labios de Reese. Su cara se puso roja mientras decía: "¡Vamos tarde! ¡Deja de ser tan perezoso!". "No soy perezoso. Solo quiero hacerte el amor otra vez antes de levantarme", explicó Sean. Al final, Reese cedió y volvieron a hacer el amor antes de meterse a la ducha. Reese y Sean tenían meses desde que decidieron estar oficialmente juntos. Las cosas iban de maravilla. Reese ahora estaba más segura de su relación, confiada en que ella era la pareja ideal para Sean. Por otro lado, Sean estaba más feliz que nunca. Tenía una hermosa novia que lo amaba sinceramente y también tenía una hija con ella. Lo único que le faltaba era el anillo de boda y el ‘sí, acepto oficial. De vez en cuando, Sean se quedaba con ellas en el condominio, pero también algunas noches Reese se quedaba en
"¿Por qué aceptaste?", Briana le preguntó suavemente a Shantelle. "Ni siquiera aceptaste el monto total de lo que ofrecí". Pasaron varios días desde que la familia de Frank Morgan presentó la oferta a Shantelle. Briana estaba ahora en el centro cardiopulmonar, al igual que el cuerpo inconsciente de Frank. Lo único que mantenía a Frank con vida era la máquina conectada a él. Costó mucho convencer a Evan de la decisión de Shantelle, pero al final cedió, a condición de que la operación tuviera lugar en su área y de que los Morgan y los West firmaran un contrato, comprometiéndose a no causar nunca ningún problema a su familia, incluyendo la de los Wright. Los Morgan y los West aceptaron de buen grado. Briana se sometió a varias pruebas y, en efecto, sí reunía los requisitos para un trasplante de corazón. El corazón de Frank Morgan estaba en buen estado, por lo que se permitió la operación. Cuando Briana le hizo la pregunta, Shantelle la observó a ella y a su corazón mecánico. Sha
Karise soltó un fuerte suspiro en cuanto llegaron a la garita de la mansión de los Henderson. Sintió la mano de Keith agarrando la suya con fuerza y él le dijo: "Relájate". Cuando estacionaron el coche en la entrada, Keith le preguntó: "¿Volvemos otro día?". "¡No! De ninguna manera. Ya es hora de que lo hablemos con tus padres, Keith". Karise se giró hacia Kamila, quien estaba durmiendo profundamente en el asiento trasero del coche y dijo: "No deberíamos retrasar esto más". "Gracias, bebé. Sé lo difícil que es para ti y sé que estás nerviosa, pero pase lo que pase, espero que tengas mucha paciencia allí", sugirió Keith. Karise le sonrió a su esposo y le dijo: "Bebé, no me importa que tu padre me eche de la casa. Te apoyaré e incluso rogaré la aprobación de tu padre para que puedas pasar más tiempo con él... Aunque, desde luego, espero que no lo haga". Keith se inclinó, le dio un beso a Karise y dijo: "Gracias, bebé. Te amo tanto". Tras bajarse del coche, entraron en la cas
Los Henderson pasaron una tarde agradable, en la que los padres de Keith conocieron a Karise. Le preguntaron sobre su trabajo, su familia y sus amigos. También le preguntaron cómo manejaba su tiempo. Les sorprendió que solo tenían a una niñera, cuando Keith podría contratar a dos como mínimo. "Me gusta estar con Kamila", respondió Karise. Se giró hacia el cochecito donde dormía su hija y agregó: "Me hace sentir completa, saber que puedo atender sus necesidades, aunque solo sea unas horas al día. Así que algunos fines de semana, como este, le doy a la niñera tiempo libre". "Y me gusta que Kamila me reconozca". Los ojos de Karise brillaban mientras decía: "Cuando nos sonríe a Keith y a mí, ¡es como si supiera que somos sus padres!". "Y siempre trata de hablar cuando estamos cerca… y tienen que ver…”. Karise buscó su teléfono, encontró los videos y se los enseñó a Charles y Helen. Helen y Charles sonrieron al ver otra faceta de Keith. En aquel video, Keith estaba haciendo muecas